martes, diciembre 13, 2005

Se habrá ido con algún negrito

Faltaban solo dos días para la llegada del invierno en la ciudad de Mar del Plata. El grupo de militares y policías irrumpió en el domicilio de los García cerca de las dos de la tarde. Buscaban a Gladys. No la encontraron y prometieron volver. Cuando a las siete y media de ese 19 de junio de 1976 la joven arribó a su domicilio el grupo ya la esperaba. Sin resistencia fue introducida en un Opel Rojo.
Ella se despidió con la mano. Estaba tranquila. La familia también. Dijeron que la llevaban para unos simples trámites a Camet, más precisamente a la Agrupación de Artillería de Defensa Área, tristemente conocida por la abreviatura de GADA 601. La búsqueda desesperada de la familia no se hizo esperar. Se habrá ido con algún negrito fue toda la respuesta que el oficial de la fuerza brindó a la madre de Gladys, negando la presencia de la joven en el cuartel del GADA 601.
Frío y sintético el informe de la ficha acuñada en la Embajada de Estados Unidos en la Argentina decía: GARCIA, Gladys Noemí, DNI 10.262.504. Arrested on 6-19-76 by a group of armed men. Since then disappeared. Mar del Plata. A un costado, en forma manuscrita, alguien estampó una: D. En español el significado de la abreviatura es más terrible: a Gladys la habían desaparecido.
"A dónde van los desaparecidos, busca en el agua y en los matorrales y por qué es que se desaparecen…. por qué no todos somos iguales y cuándo vuelve el desaparecido cada vez que lo trae el pensamiento, cómo se le habla al desaparecido con la emoción apretando por dentro."
Tampoco pudo o quiso ubicarla la justicia y por eso rápidamente, a solo 60 días del secuestro, se sentenciaba: Mar del Plata, septiembre 21 de 1976… Autos y Vistos... Resuelvo: Tener al recurrente Niemam Blanca de García por desistido del presente recurso de habeas corpus interpuesto a favor de García Gladys Noemí… Firmado: Aldolfo C. González Etcheverry.- Juez Federal.
Eso sí, con las costas del proceso a cargo de quién se atrevía a preguntar al Estado que había hecho con su hija. No hay que olvidar: Mar del Plata es la tercera ciudad del país que en proporción a su población registra la mayor cantidad de desaparecidos. Ese mismo día en la ciudad fueron secuestradas otras seis personas en forma simultanea.
Muchos años después, en 1984, un sobreviviente narró a los familiares haber estado secuestrado junto a Gladys. El testigo se cruzó con la joven quién le contó que desde su casa fue llevada a la delegación de la Policía Federal de Mar del Plata. De ahí al cuartel del GADA 601, posteriormente en una camioneta, amontonados y tapados con frazadas llegaron a la División "Cuatrerismo" situada en el Camino de Cintura y la Autopista Richieri. Finalmente fue depositada en la Brigada de Banfield, donde él la vio. Gladys seguía tranquila , le habían prometido la libertad, es lo último que supo de ella. Banfield es una localidad de la Provincia de Buenos Aires, pertenece al Partido de Lomas de Zamora . Allí, en la Brigada de Investigaciones de la Policía fue armado un centro clandestino de detención de personas, bautizado como "Pozo de Banfield".
Los militares en su cuadrícula operativa la incluyeron dentro del llamado Comando de la Subzona 11, área operativa 112 dependiente del Regimiento de Infantería Mecaniza da Número Tres. El dueño de esta gran zona en esos momentos era el General Juan Bautista Sasiaiñ.
En realidad a Gladys la habían llevado muy cerca de donde 24 años antes vio la luz, próximo a su Lanus Este, a pocos minutos de tren en ese laberinto de rieles y estaciones de pasajeros.
Las crónicas periodísticas de 1976 narran que el 21 de julio en uno de los tantos enfrentamientos armados de esos días, las fuerzas legales abatieron a dos subversivos de sexo femenino cuya identificación no se proporcionó. Eran crónicas comunes, noticias habituales. El diario La Opinión contabilizaba en 4000 las victimas de este tipo de enfrentamientos al finalizar el año.
Eran años de terrible incertidumbre. La picana eléctrica, el operativo militar, la emboscada policial se inscribían entre los actos de la vida cotidiana. Envenenados, una idea segregaba a los argentinos en dueños de la verdad o culpables del error. El país se asemejaba a una inmensa llaga en la que el Estado solo derramaba la sal del odio.
Pero no todas las huellas del crimen habían sido borradas. Fue en 1992 cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense descubrió en el cementerio de la localidad de Avellaneda el cuerpo de Gladys y su compañera de infortunio. Habían sido sepultados como NN y tras años de estudios genéticos se pudo confirmar la identidad de las jóvenes.
El otro cuerpo fue identificado también. Se trataba de Liliana Molteni (23 años),secuestrada igualmente en ese junio invernal, periodista, cofundadora del Centro de Estudios Pampeano y embarazada al momento de su detención. Aun se busca a su bebé.
Pero ya no cabían dudas. Se trataba de las dos peligrosas subversivas que estando secuestradas, maniatadas y engrilladas en el Pozo de Banfield habían osado enfrentarse al poderío militar del Estado. Aunque se ignora como pudieron hacerlo.
El martes 6 de diciembre Gladys Noemí García, después de 29 años volvió a la ciudad de donde fue arrebatada. Reposa en el Cementerio Parque de la Ciudad de Mar del Plata. Regresó con la misma tranquilidad con que se fue. Regresó con la gloria que no pueden ni podrán nunca arrebatarle sus asesinos.
De victima a testigo de una época que pretendió mantener la estructura carcomida de un sistema quebrantado por la inmoralidad, el negociado, el crimen, el alarido de los torturados y el rechinar de los carrier que intentaban aplastar la enconada altivez de una juventud que jamás se doblegó. Ni en la muerte.
Nada es casual en esta historia. La eliminación de personas por su pertenencia a un grupo ideológico, raza o religión fue una constante del Estado. El asesinato, el crimen, es un delito contra el hombre en cualquier idioma y en cualquier tiempo de la historia.
La memoria de estos hechos debe volverse una herramienta imprescindible para continuar en la búsqueda de todas las Gladys que están ahí, esperándonos a que las regresemos para enfrentar serenamente a los culpables de la infamia.

Carlos A.Bozzi
carlosbozzi@hotmail.com

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