lunes, enero 30, 2012

Lunes que no

Vengo manijeado con lo de la escritura y por eso me acosté a las 2.

Y no se puede seguir como si nada cuando entrás a laburar a las 7 AM. Digo, no se puede estar despierto ni nada. Encima, se supone que estoy acá pa' resolver bolonkis de sistemas y toda la putada. Pero nah, que así como estoy no sirvo ni de estatua.

Más vale tijeretear parte de enfermo (mental) hasta llegar al martes y ver qué pasa.

domingo, enero 22, 2012

Llegando los monos

-Ahí vienen -dijo Cochito.

-Ya sé.

-¿Y no pensás anotar nada? -preguntó.

-Me da un poco de miedo que mis personajes de ficción me hablen mientras estoy despierto.

-Claro, es lógico...

miércoles, enero 18, 2012

Estoy viendo lo que viene

-Con lo que piensan subir el subte, acordate que en uno o dos meses Buenos Aires va a estar llenito de bicicletas, como Beijing.

-Dejate de joder, boludo.

-Palabra, vas a ver...

viernes, enero 13, 2012

El lenguaje crea realidad

Cuando un tipo con cargo viene y te dice que tenés que hacer algo, aunque sea imposible, realmente cree que es factible sólo porque él lo dice.

martes, enero 10, 2012

Chiquitito como pulgarcito

Me retuerzo en la cama, inquieto. Giro sobre mí mismo y abro los ojos exhausto, boqueando.

El calor me envuelve y retarda mi despertar.

Es el tufo, pienso. Y de mientras sueño que me ahogo buscando un frescor en el aire caliente.

Ante mis ojos se construye una mañana horrenda, cargada de brumas y hartazgo. La voy armando mientras dejo atrás las lagañas de una noche de fuego. Me lavo la cara una, dos, cinco veces pero sigo sintiendo las llamas en la piel.

-La puta madre, la puta que lo parió -susurro.

El agobio del verano se adueña de Buenos Aires, y yo me baño. Pero el agua parece patinar sobre mi cuerpo sin refrescarlo, como si tuviese una armadura de brea. Entonces pienso en la boca caliente de la gran puta, sea quien sea, y su aliento ardoroso que todo lo quema.

Me visto despacio, un intento idiota por evitar la transpiración. Pero ni me pongo las medias y ya se me pega la espalda a la camisa y me brilla la frente por el sudor. Cuando me pongo el pantalón siento que los huevos se me hornean, dentro de un caldo de mil veranos que me quema en la entrepierna como metal derretido.

Me voy acobardando a medida que me acerco a la puerta. Se que afuera me espera el pinchazo caliente de cada paso y el incendio de la sombra ausente.

-La puta madre, la puta que lo parió -susurro.

Giro la llave, abro la puerta y salgo hacia la pequeñez, rendido ante la corona roja de Lucifer.
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