viernes, julio 27, 2007

Lecturas que hacen bien

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.

jueves, julio 26, 2007

Intenciones

Siempre quise ser superhéroe y tener mi superdisfraz para combatir el crimen, pero tuve que conformarme con eliminar bugs de Microsoft desde mi computadora. La lucha contra la maldad adopta múltiples formas.

lunes, julio 23, 2007

(a)Tornillado

Este frío es inhumano, viejo, se me congelan los deditos de los pies.

sábado, julio 21, 2007

Días postreros

Fue un día feliz, muchachos.
Estuvo bueno el blackjack, el vodka con naranja y alentar con los pibes cuando uno sacaba 21. Lo que no estuvo bueno fue el güisqui, puaj.

viernes, julio 20, 2007

Diálogo

-¿Y esto? -dice Roberto.
-Compré tu último libro pero quiero que me firmés éste...
Roberto mira de reojo a otro hombre, canoso, y dice:
-¡Y qué importante esta edición! ¿Vos tenés idea?
-No, la verdad que no. Pero es el primer libro tuyo que leí y me cagué de risa.
Entonces Roberto me mira entrecerrando los ojos y sonríe. Hay una calidez tan grande en esa sonrisa.
-¿Cómo te llamás? -pregunta.
-Martín...
-Bueno, te regalo un Mendieta ¿está bien?
Yo asiento con la cabeza cuando veo los primeros trazos. Veo su firma, mi nombre y nada más.

¿Cómo empezar este final?

No quiero sonar trillado. No quiero decir lo que otros dirán. Mi viejo ídolo se merece un recuerdo diferente, cargado de sonrisas y nostalgia por ese mundo que se nos va yendo.
No puedo explicar lo que siento hoy, nadie lo entendería. Hubo algunos antecedentes que me ataron a él: mi abuelo era un canalla rosarino, predicador fanático del buen fútbol de la academia. Me inculcó la gambeta, destacando la importancia de jugar a la pelota por sobre el resultado, aunque siempre deseáramos ganar. Siempre, siempre...
Así aprendí a sentir la pelota, a tocarla, a desbordar y tirar centros. Aprendí lo que era el fútbol lindo que fanatiza multitudes sin necesidad de balas o puños.
Y también aprendí a seguir al Negro.
Allá por el 95 me hice con una edición usada de El área 18, una de las tantas novelas de Best Hama Seller. Y ya no hubo vuelta atrás. Conseguí sus libros de cuentos, sus novelas y uno de sus libros de Inodoro. Fueron años de risas lacrimógenas, de nudos en la garganta y ojos achinados. Página a página vi en él ese escritor que yo soñaba ser: gracioso, popular e irónico.
Vivíamos con Espina en Montes de Oca, ese depto loco y gigante que alquilamos hace un tiempo, creo que en 2003, y se vino la feria del libro. Busqué el programa en la web, ahí decía: Roberto Fontanarrosa firmará ejemplares en el stand de Ediciones de la Flor el día...
Entonces lo conocí.

jueves, julio 19, 2007

¡Que lo parió!

Te voy a extrañar, querido Roberto.
Me alegraste la juventud con Buggy, Inodoro y las demencias de Best Seller.
Gracias.

¿Es tanto pedir?

Quiero que me dejen tranquilo. No quiero saber nada sobre Nino Dolce u otro pelotudo tratándolo de pavote. Estoy harto de la poronga de Carlitos y también de la del Roña. No quiero ver más a la niuéyica de Zulma Faiad. Tampoco quiero que me taladren el cerebro con Felisa y su bolsita, y con esa otra de Tortoloti, María Julia segunda, con sus jets y sus gastos imbancables.
Paren el mundo, me quiero bajar.


*Homenaje a Almodovar.

miércoles, julio 11, 2007

¿Tan pronto?

Vi caer los copitos mientras filmaba por la ventana, y no pude dejar de pensar en El día después de mañana. Después de 80 años parece que se nos acabó el changüí y vamos a sentir todo el poder del invierno.

miércoles, julio 04, 2007

Imperdonable!

Que no se consigan más los alfajores Blanco y Negro.

martes, julio 03, 2007

Feos cuestionamientos

Hace poco vi por segunda vez El jardinero fiel*. Mientras, me devoraba Los perros de Riga**. Dos visiones muy distintas de un mismo problema: la solidaridad potencial versus la solidaridad específica (la frase es mía, si quieren putear).
Los protagonistas se cuestionan, en algún punto de la trama, dónde está el límite del espíritu solidario, a qué responde y qué están dispuestos a sacrificar en su nombre.
Hay algo que me molesta hace un tiempo, y que se puede reducir con el siguiente postulado inmovilizante, más o menos extendido: si no podemos arreglar el mundo ¿para qué calentarnos con arreglar a unos pocos? Esa mínima diferencia no vale el esfuerzo.
Es un postulado que todos tomamos por cierto. El problema surge cuando se nos plantea, a través de un personaje o una obra, una situación determinada en la que debemos elegir.
¿Si pudiéramos hacer una diferencia con una sola persona, aunque no arreglemos el mundo, valdría la pena? ¿Qué estaríamos dispuestos a sacrificar?
Esa es una pregunta tan personal e incómoda como su respuesta.

*El jardinero fiel, un libro de John Le Carré.
**Los perros de Riga, un libro de Henning Mankell.
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