jueves, diciembre 21, 2006

Desprolijidades

Es realmente molesto el calzoncillo chico. Especialmente cuando sabemos que alguna vez nos calzó bien y que, por el engorde, hoy se nos mete en el culo.

miércoles, diciembre 20, 2006

Pingüinera (1)

Nestitor le dijo a los milicos que, obviamente, debían estar tan compungidos como nosotros por la desaparición de Jorge López.
Hubo tibios aplausos.
¿No está frito eso del ellos y nosotros?
Esos mensajes no me caben, como tampoco me caben los milicos.
Pero uno ya sabe que El Monstruo del Crítiti (recuerden el dibujito) es necesario para mantenernos con miedo, agazapados.

Espíritu de cuerpo

El proceso mediante el cual una persona muestra la hilacha me da gracia.
El otro día leí Las viudas de los jueves (un libro ñi).
De puro boludo me puse a ojear las críticas de los lectores (en cuspide.com): un dudoso análisis literario; algunos comentarios sinceros; y… mire usted, la mayoría atacando la temática de la obra; afirmando que la vida en un country no es promiscua ni oscura, ni nada de lo que cuenta esa mujer satanista.
¡Ja! ¡Hipócritas!
Ante cualquier duda consulten a la familia Dalmasso.

martes, diciembre 19, 2006

Caminantes

La gente es una falsedad.
El gentío se descompone en individuos que transitan la vida por caminos diferentes, únicos.
Es verdad que existe El Gran Corso de la Vida, por el que nos arrastran la moda y la normalidad. Pero a pesar de todo somos individuos. Experimentamos el calor y el miedo, lloramos y reímos de maneras únicas e irrepetibles.
El gentío es, en realidad, una multitud de caminantes que ignora de dónde viene y hacia dónde va*.

*Homenaje a Rubén Darío.

viernes, diciembre 15, 2006

Ironías

Tener un aire acondicionado cómodamente abandonado en medio del comedor, no tiene precio.
La instalación, obviamente, se paga con Visa.

lunes, diciembre 11, 2006

Estaciones incongruentes.

—¿Bajás acá?
—No, sigo hasta el infierno*.

*lo dije por la calor, ¿vio?

martes, diciembre 05, 2006

La grieta

El día comienza con pereza, estirándose desde el horizonte hasta llegar a mi cama.
Me despierto con un sabor pastoso de sueños truncos y realidades pegajosas. El trabajo espera afuera de la cama, igual que'l cepillo de dientes.
Llego a la oficina sin desayunar y empieza la triste vulgaridad de lo cotidiano (Antonio Berni dixit). El mundo se ha convertido en ese engranaje perfecto soñado por los fordistas; un bicho gigantesco, madre de otros bichos diseñados para comer, que viven gracias a muchos bichitos diseñados para ser comidos.
¡Qué aburrido todo esto!
Entonces descubro la ventana, trunca por rejas que dan (+) seguridad y (-) libertad, del otro lado hay un jardín marchito, inalcanzable. En una rama veo un gorrión sin pedigree que mueve su cabeza a un lado y al otro. ¿Me ve? ¿Me estudia? ¿Le importo?
Entonces canta, y su torpe canto me eleva y me hunde, me vuela con el viento, me pierde entre nubes de algodón manchadas con aceite.
No importa, la triste vulgaridad cotidiana ya es sólo un recuerdo, como mi escritorio y mis entumecidas manos, caminando sobre el teclado.
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