lunes, agosto 29, 2005

Chismes de oficina I

Catarsis, he dicho. Casi todos vivimos la injusticia oficinesca, alguna vez, como una constante laboral. He tomado la arbitraria decisión de reproducir divertidas situaciones que tratan el asunto, si cabe el concepto, a través de la literatura. Se aceptan insultos y sandeces.

"- Señores, desde ahora mismo el trabajo efectuado por el secretario pude calificarse de fructífero. Por otra parte, les indico a ustedes que uno de mis sobrinos, Robert Gougnan du Peslot, me parece la persona ideal para asumir las funciones de director comercial del asunto. Les propongo que él mismo se encargue de fijar sus emolumentos y de contratar su secretaria.
- Perfectamente.
- En cuanto al personal técnico, se les podría asignar el sueldo que rige aquí, aumentado con una dieta pro desplazamiento.
- No estoy de acuerdo.
- Por una vez, tiene razón.
- Pero, vamos a ver, ¿qué es un técnico? No es alguien que requiera cualidaes especiales. Basta con aplicar mecánicamente cosas sabidas que cualquiera enseña.
- Fuera la dieta por desplazamiento.
- Una pequeña dieta por desplazamiento.
- Hay que meditar el problema.
- Señores, se levanta la sesión.
- Devuélvame mi postal.
- No se ha hablado de los agentes ejecutivos.
- Se hablará de ellos en la próxima reunión.
- No estoy de acuerdo."
Boris Vian, El otoño en Pekín.

viernes, agosto 26, 2005

Prestación.

Me movilizo, sí.
El otro día hablábamos de esto, de moverse en alguna dirección. Es importante saber hacia donde vamos o, al menos, clarificar las pretensiones acerca de nuestro destino. Me leo en esta línea y sé que la corrección va en desmedro de la comprensión del texto. El problema es la inmediatez de la sociedad y de mi turbada cabeza: no hay tiempo para más.
Y vos dijiste: hay que hacer algo, ya sea morir mil y un veces...
¡Cuánta verdad!
Qué poco le importa a la gente que al vecino se le incendie el presupuesto, vaciándosele la canasta familiar hasta que, en vez de familias, solamente pueden comer de ella individuos. Hay que hacer algo, lugar común que todos conocen y critican: socialista de café, soñador de pacotilla. Aunque no se quiera abandonar la comodidad que el sistema nos brinda (esos cinco o seis pesos que sobran y gastamos en los piringundines del consumismo), aunque pretendamos negar la realidad aduciendo que un individuo no puede, no debe, no podrá hacer diferencias.
Hay que hacer algo, ¿acaso podemos vivir sabiendo que nadamos en mierda?
Vislumbramos la fórmula de escapar; descubrirla es el mayor escollo.
¿Qué hacer?
¿Qué sirve?
¿Qué necesitamos?
En verdad no lo sé. Creo que nadie lo sabe fehacientemente. Por ahora lo que creo importante es prestar libros. Once de mis bichitos andan dando vueltas por bibliotecas ajenas. No sé si es meritorio - no lo creo - pero es la única posibilidad que tengo para "ayudar" al despertar de los míos.
Ojalá la verdad fuese como la siento.
Mi escritura sigue siendo críptica, Asiduo, siempre lo es cuando comienzo un texto. Se generaliza a partir de la corrección, cuando tomo el lugar del otro e intento descifrar lo que escribí. Pero no hay tiempo en este blog, no puede haberlo.
Algo hay que hacer.

"Del Tao Teb Tching: 'lo que permanece quieto es fácil de sostener' (de segundo apólogo chino)"
Leopoldo Marechal, Cuaderno de navegación.

jueves, agosto 25, 2005

Considerando el modo críptico.

Estimados:
Releí mis postulados (de posteos, de cosa tecnológica) y decidí no ser tan críptico y de paso reproduciré pensamientos ajenos. Siempre resulta enriquecedor leer en-el-talento de los consagrados. Alguien me preguntó, ¿por qué un blog? Bueno, la razón de mis mails era concisa: transmitir una idea, un código de pensamiento. Para mí era (y es) absolutamente claro pero quienes los recibían no opinaban igual. Enviar algo es imponerlo y la finalidad de los mails distaba bastante de la imposición, se buscaba compartir.
Un blog permite elegir, entrar y participar o mantenerse al margen.
Esa es mi respuesta.

"La Gestalt tiene, como otros seres, manos, cabeza, órganos, mente - dijo Janie -. Pero lo más humano es en ella, como en cualqueir otro ser, lo que ha aprendido... y merecido. Lo que nadie posee mientras es joven, lo que se obtiene (y sólo a veces) tras una larga búsqueda y gracias a una profunda convicción. Y lo que es, desde entonces, parte definitiva de uno mismo."
Theodore Sturgeon (Más que humano)

miércoles, agosto 24, 2005

Ecos.

El vagón se bambolea torpemente. A través de la oscuridad se filtran miradas aburridas, chatas. Desde el bamboleo recuerdo hechos del pasado: conservo la memoria del exilio, cuando me consideraron diferente, extraño, enigmático. Ahora me creen dentro, como si me inserción en la pluralidad fuese espontáneamente. ¡Error! Estoy gestionando la salida, lentamente. Los tiempos se extienden cuando el poder proviene sólo del pensamiento. La lucha -en sí- es la misma. La sociedad me rechaza solidariamente: yo la negué primero y mi exilio se desprende como una venganza social.
Sin encenderme el balero pensando, estimo las posibilidades cotidianas; el asiento de al lado está vacío, ¿por qué nadie se sienta en él si está lleno el vagón? Me veo como un paria, puede ser mi olor, la frecuencia de mis ideas, la convicción que despido. La respuesta es imprecisa pero clara: me evitan y yo, rebelde con causa y sin bandera, los imito.
Miradas aburridas, tensas, proletarias. Somos ganado, sí, ganadao, analogía usada hasta el hartazgo. Es que no encuentro otra que la iguale: somos ganado, ignorante, manso, desechable. Los observo detrás de la cobertura de mis lentes, oscuros. Los observo y me avergüenzo. No puedo salirme del conjunto, me sé parte de la escena. Ellos, yo, nosotros, somos ganado y nos entregamos a los carniceros mansamente.
El vagón se bambolea y pierdo la línea de lectura. Y leo Más que humano, de prestado. Ahora, en el tren, con el bamboleo y la abundancia de gente, resulta un libro raro, metafísico a su manera. Algunos dirían que es en exceso científico-ficcioso o volado y aburrido. Para mí es diferente: su título, su poesía, las ganas de trascender que puso el autor. Buscaba explicar el por qué del rechazo, de la soledad, de la distancia, sus rechazos, soledades y distancias. A través de su escritura descubro las mías, ¿por qué no?
¡Qué va, aunque quisiera... No puedo definirlo!
Llega la última estación, el retiro, y se adivina el final de las vías. El camino se acorta, con paciencia y seguridad. Los miro, a ellos, al ganado. Los miro y comprendo que aunque formamos parte de la misma tribu nunca los comprenderé.
¿Qué pretenden de su mansedumbre?: ¿un mejor trato?, ¿una muerte indolora?, ¿el olvido?
Cierro el libro y se evapora la trama pero me guardo una escena que comienza: los protagonistas danzando, escuchando el llanto del mundo; el viento que acaricia como una mano invisible, una mano que entiende y comparte el pensamiento; me guardo la certeza de que algo extraigo de la lectura: es el todo, el sentimiento, la verdad. Y Entonces uno cree...
Entre los aullidos de la locomotora y los secos golpes de las puertas al abrirse. Uno abraza la creencia de que, algún día, despertarán.

martes, agosto 23, 2005

Sentencias terminales.

El día agoniza junto al embole. Estas notas son veloces, prematuras. No tienen mucha correción y por eso pueden sonar inconclusas, sin sentido. El turno laboral se enfría; lo mejor llegó a la tarde en forma de corridas y falta de aire. Ahora, sólo resta esperar. Terminados los entuertos de la rutina, esperamos un momento de creatividad literaria.
¿Y quién entiende lo que escribo? Bueno, pues bien, los martes armamos algo así como un taller. Literario, se entiende. Somos dos, por el momento, tal vez los demás se unan. La revista merece que nos reunamos. Taller nocturno el nuestro, digno alimento de una bendición extrema.
El día llega a su fin y yo tengo deseos de escribir.
Nadie entiende un carajo, como si mi alma se rebelara contra todo, sin fundamento. Quizá algunos se horroricen por mi actitud. Sucede que esto es una especie de catarsis, el estupor carece de importancia en tanto y en cuanto se logre el objetivo: ser (+) feliz. A pesar de mi altruismo, el fin no justifica los medios.

Lo verdaderamente importante es el sentir:
"Una mujer de Madagascar deja ver, sin cuidarse de ello, lo que aquí se cubre más; pero moriría de vergüenza antes que enseñar su brazo. Claro está que las tres cuartas partes del pudor son cuestión de educación. Quizá ésta sea la única ley, hija de la civilización, que no produce más que ventura."
(Stendhal, Del amor).

Percepciones.

Hoy me levanté sintiendo el calor del Sol.
Había figuras en el horizonte, apariciones borrosas. Interrumpieron mi despertar los sonidos de la calle, los aullidos de la ciudad: frenadas, bocinas, gritos y saludos. La urbe comienza su andar cotidiano, rutina que esclaviza almas débiles borrándoles la memoria.
Hoy me levanté escribiendo sobre el futuro, en la mañana, tentando las fuerzas de mi pluma para contrarrestar el utilitarismo.
Salí a la calle en un día lluvioso, pesado, con ganas de volar. Un colectivo pasó pegado a la vereda. Me empapó, obligándome a largarle una puteada, como tributo a un súbito malhumor. Me desperté con ganas de cambiar el mundo, de mejorarlo. Luego del chapuzón me entraron impulsos de asesinato múltiple. Por suerte pasaron, lentamente, dándole de patadas a un buzón.
Bienvenidos a mi mundo, la verdad sea dicha: la injusticia de la no-revolución.

Empezamos a trabajar.

Este sitio fue dedicado a los soñadores, la literatura y las ganas de vivir. Aquí­ hablo de mis ideas en una forma que me resulta imposible en mi ambiente cotidiano. Es un intento de salvar al mundo, con la esperanza de que mañana -mis proyectos- se vuelvan realidad. Mi intención no es bajar lí­nea, simplemente espero comprensión.

El mundo está sufriendo. Entiendo por 'el mundo' a las personas que viven en él, y asumo que cargan una gran infelicidad. El planeta mismo sufre los embates de nuestra falta de objetivos. ¿Cómo dejamos que ocurra? ¿Por qué?
La gente vive, muere y se mata como si tal cosa. Y el sufrimiento crece. Sueno como un estúpido optimista y me convenzo de serlo. Quizás este sitio se haya construído para encontrar a mis iguales. No lo sé. La batalla por una vida en armoní­a cada vez se hace más dura, tediosa. Y uno a veces piensa en bajar los brazos.
Aquí­ descansan los humildes cimientos de ese ejército invisible que anhela la paz.

Tenemos tres premisas. La idea es que todos interactúen con los demás. La solidaridad es lo único que nos puede salvar. Será un trabajo arduo, lento y poco vistoso. Sin embargo, esperamos divertirnos. Tenemos mucha literatura, tal vez demasiada, quizá termine hartando. Sucede que leo mucho y que me encanta lo que leo, así­ que decidí­ compartirlo con ustedes. No son textos secretos. En este sentido no estoy bajando lí­nea o, más bien, los autores bajan lí­nea y soy una extensión de esa intención. Sí­, creo que lo dije bien.

Compartan este pequeño mensaje. A veces puedo resultar pesado, incomprensible o doloroso al hacerlo en blanco & negro. Ayúdennos a no sucumbir ante la infelicidad -que mata- y el empuje arrollador del progreso -que globaliza, extravía y quita los valores de pueblos y gentes por igual-.

No somos comunistas.
No somos políticos.
Sólo soñadores.


P.D: sucede que en este sitio sobre la esperanza.
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