martes, abril 28, 2009

Cochito se queja

-Debería acostarte, nene, con esa temperatura volviste a tus 15 años.

jueves, abril 23, 2009

Historias de Telemarketers (I)

-No pueden cortar ahora. Los chicos están logueados -dijo la supervisora.
-Ustedes recibieron el mail, a las cuatro y veinte...
-Hay chicos logueados -Me cortó, con tono agrio.
Yo la mire sin resentimientos. Había perdido la cuenta de cuántos de esos maniquíes con suerte había visto sobre una tarima, largando por la boca las huevadas que les soplaban en el culo. La miré sin resentimientos porque me estaba prepoteando, como a cualquier pobre agente que debía bancarla, hora tras hora, día tras día en aquel antro, me estaba prepoteando porque era su única arma. Yo, en cambio, tenía un arsenal considerable.
Nunca me hubiese trenzado con una gruñona desgastada como aquella. Pero, no hay con qué darle a la mala leche, justo ese día la vieja no tuvo suerte. Yo estaba terrible: Llevando encima una noche de berrinches y rechazo, sumado a un amanecer con cansancios y maloshumores, era el asesino perfecto.
Estaba tan molesto que al oír sus quejas se me encendió la caldera. La seguí mirando fijo, impasible, pero por dentro se me desmoronaron los diques: pensé que la vieja me quería comer el culo, y a mí nadie me lo come si no quiero; pensé que debía dormir sola desde hacía bocha; pensé que nadie la tocaba ni con un palo; que era virgen; que era cuáquera o mormona; que era estéril o frígida o republicana. En fin, tantas cosas de mierda pensé, hasta que me volvió a repetir eso de que no bajaba nada, de que había agentes logueados y que yo, justo yo, si quería hacer algo, tenía que conseguir un autorización de alguien con peso.
Eso dijo, de peso, y en mi enfermedad de odio imaginé a un gerente gordo.
-Porque acá estamos trabajando, ¿Entendés, querido? -Cerró.
Ahora sé que el problema estuvo en el querido, o en su forma de decirlo. Además, parecía insinuar que yo no trabajaba, que no sabía lo que era el trabajo, que no me esforzaba ni entendía lo que era doblarse los cuernos con las manos en la masa.
Pobre de vos, chiquita.
Sin responderle, giré para ubicar el tablero eléctrico, la térmica roja, el gran dedazo. Volví a mirar a la vieja y solté, con mi mejor frialdad:
-Mirá, vos ya tenés un mail donde se te informa sobre el corte. Yo tengo un cronograma de implementación aprobado por la dirección del Anses. Si vos no estás de acuerdo, elevá una queja y fundamentala.
No esperé respuesta: Fui hasta el tablero y, contrariamente al principio bíblico, cuando bajé la llave la luz se deshizo.

lunes, abril 20, 2009

¡Papaíto!

Charlie Brown me dijo que le sacara una foto, y yo, como cualquier boludo, sonreí y dije sí. Ahí nomás, mientras enfocaba, me chafaron mi morral.

Tony in the night (¿Y van?)

-Paciencia, Cuchito. Siempre estamos solos esperando la ola.

Cronicas nocturna ¿Uno?

Lo digo, medio poéticamente, porque este asunto me emociona, ¿entiende? Porque a partir de ahora le voy a contar una historia que a usted le importa un carajo –así, crudamente-, pero a mí no. Y si pone la oreja, escuche, que para eso está. Porque esta es la historia de mi vida. Letal, precisa, inocentada.
Mempo Giardinelli, la revolución en bicicleta


Fueron apenas tres calles en una hora de caminata: Jonte, Nazca y Antonio Lopez.
Últimamente me pasan cosas raras dentro. Cosas que disparan sensaciones y necesidades que desconozco o que, más bien, hace rato que no saboreaba. Y por eso, porque se me dio por caminar aunque Diega me había dado monedas y los bondis pasaban uno atrás del otro, arranqué y le di hasta casa. A medida que rodaban las cuadras la ciudad fue enmudeciendo: las charlas de sobremesa, las parejitas hablando en la parada de bondi, la gente comprando en los kioscos, los televisores gritando goles. Todo se fue perdiendo en la distancia y yo me escondí lentamente en ese silencio.
Me sentía único viendo un vacío inmenso en esa hora en que cada caminante que se nos aparece es un sobresalto, un repiqueteo en el pecho. La misma hora en que a los autos se los escucha venir a cuadras de distancia. Y, quizá por esa soledad, me copé mirando cómo la luz amarillenta se escurría entre las hojas de los árboles para morir en el reflejo de los charcos.
Se veía tan irreal.
Hace rato que me pasa, digo, esto de estar cansado y seguir caminando, en las últimas mejor dicho, y sin frenar porque la llegada se intuye a pasitos de bebé. Quizá esté más cerca que mi casa ahora, pienso, mientras escribo estas líneas en una servilleta de panchería con una birome prestada, sentado en un cordón cualquiera de Buenos Aires. Alguna vez ya hice esto, también de noche, en una calle de Montañita o de Guayaquil, pero entonces no escribía por desamores ni nostalgias ni extrañeces, era miedo nomás. La cosa es que si pierdo esta sensación de desapego, de liviandad, de certeza, si no logro plasmarla en algo que me la recuerde en los próximos días, puedo volver a caer en la insipidez de mis últimos meses. Y eso sí que no lo quiero, posta, gracias de todo corazón, pero ya colaboré.
Ahora estoy más cerca de casa y me vuelvo a sentar, necesito dejar algo claro: no es depresión, ni miedo, ni dolor. Es mucho más que eso, mucho más completo: estoy abriendo puertas como un desquiciado porque hasta hace muy poco en mi vida sólo había ventanas y no hacía más que mirar, mirar y mirar como todo se iba yendo.
Como quien dice; estoy en el borde de mi hora más oscura, pero empieza a clarear.
[ACOTO: hoy quisiera reputearte porque ayer yo esperaba otra cosa, pero se está tan tranquilo así, tan silencioso, que no da para arrancar a hablar. Además tenés razón: no más boliches, ni ruidos. No más salidas resacosas, ni dolores de bocha, ni muertes súbitas. Mejor es escribir y caminar, como hoy, mejor salir con tu camarita pelotuda y tu hambre de olvido. Mejor eso y las fotitos que a nadie le mostrás]
Ahora parece curioso: al principio pensé que estos tiempos serían la resaca de mi vida. Después todo fue mutando a una vida resacosa hasta que, hace apenas unos días, empecé a creer en mí. Y por esa confianza dejo atrás este último cordón, a cuatro cuadras de mi casa. Resulta que en estas noches de luces amarillas y limoneros mentales, tener confianza se siente demasiado bien.
Switch off, mané.

domingo, abril 19, 2009

Cochito insiste

-Andate a tu casa, gordito, el aburrimiento seguro (te) lo llevás puesto.

Diálogo de locos

-El aire hace al águila, el semáforo crea al freno y la risa a los payasos.
-¿Y las lágrimas? -Preguntó (a)noche.
-Por hoy olvidate de las lágrimas.

viernes, abril 17, 2009

Consciencia

Lastimar a quienes nos quieren es la peor de las autoagresiones

miércoles, abril 15, 2009

Otros dicen las cosas pero uno las vive

Dicen Los Violadores que del rebaño no soy yo. Dicen también que combatiremos siempre, no entiendo bien cómo ni contra quién pero, pero, pero, pero, concuerdo en que siempre estaremos para dar una batalla más. Y que les daremos, sean quienes sean, combate hasta el fin. Y como que sí, como que siempre fui medio guerrerito y la combatí bajo un sol feliz.

Vos bien lo dijiste, como dijeron los de Árbol, no soy un esqueleto que se ríe de lejos, mané, ni una cosa acuosa con cabeza venenosa. A lo sumo soy una fakin cosa, bastante fakin, que anduvo enterrando fantasmas en el mar y a la que un montón de pescaditos se le acostaron en la lengua.
Entonces mi vida, gordita o flaca como las olas de Valeria, me gusta igual aunque esté enojada por lo que pasó, con o sin maquillar, en pijama, calzoncillos u overall.

Y ahora floto en el aire, desde el domingo, cuando mi cabeza explotó. Y veo. Y vuelo. Y estoy alto, muy alto, y sé que nadie me puede bajar. Porque ahora que floto y no siento lo que toco y nadie me ve pasar, voy a aprovechar para volver a soñar.

Igual, vos sabés, hay que andar precavido
mané, no sea cosa...

martes, abril 14, 2009

Desconcierto

¿El rock puede ser juerte si no hay puti club?

lunes, abril 13, 2009

Mi diario X

Es el doce de abril y hace bocha que no te lleno la piel de garabatos, agendita. Justo desde que lloraste conmigo en unas hojas borroneadas del veintipico de noviembre, cuando todavía queríamos resistirnos, defendernos. Pero no se pudo y ahora estamos acá, este doce de abril, mirando al viejo a las ¿qué, ocho de la mañana? Vos y yo, algunos corredores de verano y estas gaviotas que son siempre las mismas, eternamente blancas y grises.
Perdí la cuenta del tiempo mirando al viejo. No importa mucho, yo sé que con el viejo siempre puedo contar y que así como yo lo miro él me mira a mí. Por eso vine; necesito saberme, verme, encontrarme otra vez, y el mar es la única guía que me queda.
[ACOTO: ¿Y qué vas a preguntar? ¿Lo que preguntaste siempre? ¿Te creés que no me acuerdo? Querés saber quién sos, o qué tenés, o qué te espera. O, peor, querés que te aseguren que todavía tenés algo que dar y que por ese algo te van a venir a buscar, porque sino sería injusto. Pero no es así, porque yo también te he visto y oído y recorrido como vos a mí. Y sé que sos un chiquito con miedo. Uno que sabe que con cada latido la vida se acorta. Pero sabés sólo eso, porque ignorás que lo importante no es la velocidad, sino la densidad. Y yo te veo tan denso preguntándome siempre las mismas cosas]
Hoy tengo un ardor dentro, agendita, y no es por la resaca que me parte el pecho. Es otra cosa, algo que creí que había perdido con el desgaste y que me quema tanto que no me deja dormir, ni pensar, ni hablar, ni mirar a nadie. Y justo ayer, mirá lo que es el destino, justo ayer me compré un libro que me recomendaron, un libro de un tipo que nació en una isla con la que sueño desde que me subí a una tabla, un tipo que odio porque dice y escribe como todo lo que odio. Y sin embargo ese tipo (me) escribió en ese libro: Era una playa magnífica, casi siempre desierta, geométricamente lisa, de arena inmaculada; no cabe duda de que un hombre dotado de auténtico temperamento artístico podría haber sacado provecho de aquella soledad, de aquella belleza. Por mi parte, me sentía frente al infinito como una pulga encima de un pedazo de hule. A fin de cuentas yo no pintaba nada en toda esa belleza.
[ACOTO: Un tiro en el medio del pecho]
Y ahora resulta que fue así nomás, que resignarse fue dejar pasar el tiempo porque sin él, sin el transcurrir incesante de los días, no llegaría nunca el momento en el que estas lágrimas negras me saldrían del pecho. Sin llanto, ni morisquetas ni escándalos. Simplemente yéndose una detrás de la otra, cubriéndome el pecho de negrura.
Pero ese tipo siguió diciéndo(me) en ese libro: Yo le había dado demasiada importancia a la sexualidad, era indiscutible; pero el único lugar del mundo en el que me había sentido bien era acurrucado entre los brazos de una mujer.
De esa mujer.
¿No es increíble, agendita? Estar solo y roto pero no abandonado. Roto en todos los sentidos en el medio de la nada y leyendo algo y sabiendo, ipso facto, que en ese preciso momento está ocurriéndote algo importantísimo para lo que no estás preparado y que, sin embargo, justo y por suerte ocurre en un lugar tan familiar donde todavía queda algo, sublime, enorme, sobre lo que podés hacerte patita para seguir.
[ACOTO: Si lo decís por mí, andate a la concha de tu madre]
Soy una bola de nervios sin manija que se hartó de rodar. Una bola reseca a la que se le acabaron las lágrimas. Pero también soy yo, solo, con mis remitos, mis ganas de alcanzar la serenidad de la rompiente y estas bolas-de-acero que tanto me pesan. Y me la tienen blanda los ardores de una noche de juerga, las amenazas de unos giles o las risas de unas chicas rubias, enruladas y fáciles.
Si supieran lo que me harté de vivir yo, viejo, al lado tuyo y con tantos otros. Si supieran las veces que me arranqué la piel en estos últimos meses. Si supieran cuánto me costó saber que vivir no tiene que ver con haber fracasado sino con haber sentido. Si supieran esos putos.
Y entonces me voy de esta playa; tengo que volverme pa' hacer el bolso porque me dejé muchas cosas pa' mañana y, además agendita, me voy porque me place cerrarte y decirte: ahora, oh inmortalidad, me perteneces*.


*En alemán en el original: Nun O Unsterblichkeit Bist du ganz mein.

El discurso de Cochito

-Espero haber sido claro con esto de los horarios; en esta casa se come a las nueve y a las once se está durmiendo. Si te pasás es porque sos drogadiCto, puto o diseñador gráfico.

Esperando pliegues y más pliegues

Me perdí después del primer roce. Apenas una puta caricia; un suspiro leve que me erizó la piel.
No fue el frío del mar, de la mañana o de mi neoprene agrietado por el desuso. No. Fuiste vos y fui yo. Fuimos todos de nuevo hasta ahí, como siempre, remando como motorcitos sin puta idea pero con tanto güevo.
Porque estábamos juntos otra vez, en mi bochita. Nosotros todos, los que todavía estamos y también los otros; cada una de las viejas caras me sonreía mientras unas montañitas verdes me partían la espalda.
Serie tras serie. Bomba tras bomba.
Me colgué, sí, porque tenía que lustrar mucha memoria y olvidar mucho presente. Y como que me salió un poco bastante, digo, que los muebles del bocho me quedaron bastante limpios aunque no queden muchos, ¿viteh? Hasta te diría que reseteamos la onda, mané.
Ahora leemos al fokin Houellebecq porque sabemos que podemos putearlo y odiarlo aunque en el fondo le admiremos. Porque hay cosas que deben ahogarse en el mar, perderse en el vacío azul, pa' olvidarlas, pa' no tenerlas tan presentes, pa'arrancar como un tren en una nueva estela.
Y te advierto, mané, que no agarré bien ni una. Pero qué carajos me importa, broder, si todavía tengo unos lindos remitos en las manos que nunca me deja(ro)n tirado, qué carajos, si me sobra tanto aguante.
Las olas, como siempre hicieron, vendrán cuando se les cante venir.

domingo, abril 12, 2009

Postales II

El mar descargó su juria en Valeria del Mar.

miércoles, abril 08, 2009

No más velos

Hay mañanas en las que el Sol brilla más juerte.

martes, abril 07, 2009

Re(tro)alimentación

Pasa que estoy cansado de mirarme al espejo y ver un tipo cansado.

Próxima

Viajaba al lado mío en el tren, y lloraba. Yo le veía la cara húmeda y el corazón toto. No supe en qué ni por qué, pero me jodió ver a alguien en lágrimas tan de temprano. Me miró y le guiñé un ojo. Sonrió entre sus mocos y sus dolores, y entonces le alcancé un pañuelo y le sonreí con toda mi nostalgia.
No sé pero, te juro por el barba, que apenas solté el pañuelito el peso que me desgarraba el culo se jue como por arte de magia.

lunes, abril 06, 2009

Un pasado que vuelve

El 13 de noviembre de 2007 publiqué, en citas escogidas:
Un día voy a tirar una bomba sobre esta ciudad. Una bomba anticonceptiva.
Spider Jerusalem.

P.D: Hay días en que nos sentimos rodeados de abortos.

Hoy me guelvo a encontrar con la idea, con las ganas, con la necesidad. Lástima que la bomba no 'tá.

Lecturas adecuadas

Un buen estratega sabe que más allá de sus narices el mundo sigue funcionando, dijo la Gorodischer. Lo leí y lo negué de toque porque no soy estratega; apenas un peón me siento, hoy por lo menos, un peoncito de nada de los que se sacrifican para morfar una torre. Porque, también, cómo dijo Pessoa, he vivido, estudiado, amado, y hasta creído, y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
Y sin embargo, aparte de todo eso, llevo en mí todos los sueños del mundo.
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