jueves, julio 30, 2009

Escritos de surferos

Mito circular
(Ecuador, 2002)
Me estiro después de la última brazada. El mar está tranquilo mientras el Sol arde en lo alto, inundándome de sed.
Siento que se me consume el alma en esta espera.
Otros se mueven a mi alrededor, deseando también la ola que está por llegar. Son mis hermanos pero los veo como una amenaza: Montones de brazos dispuestos a remar sobre los míos.
La vida es soledad si se la mira desde el corazón de una ola. Soledad pura que va convirtiéndose en tobogán mientras nos acercamos a la arena, que es su muerte. Apenas palpada a través del neoprene, esa vida, esa agonía, nos estremece con cada gota.
Miro el horizonte mientras el agua se arremolina entre los pilares del muelle. Arriba de los tablones, un hombre conversa con su mujer y yo, anónimamente, escucho todo lo que se dicen.
Las aguas brillan y susurran, ahogando las voces que llegan desde la playa. El fuego que consume mi espalda se enciende con cada ola que se curva para romper. Pero entonces se achanchan, como promesas truncas de una diversión que nunca llega.
Es el Sol, mezclado con el mar y mi búsqueda. Me arde desde abajo. Puedo sentirlo como una enredadera de fuego que trepa y me acalambra el estómago, dejándome sin aire. Es el vértigo, ese frenesí que me invade cuando enfrento el abismo que me separa de ese estado de gracia que alcanzo con mi tabla.
Equilibrio en cuerpo y alma. Eso es lo que busco.
Me estiro sobre la tabla y sonrío; las olas vienen cortando el horizonte. Y aunque no soy el de antes, las sé fieles: Vienen por mí. Los pibes que me rodean pueden ser más rápidos pero yo todavía tengo la fuerza necesaria.
Esos picos, que están allá, con la distancia, sacuden la mitad dormida de mi alma obligándome a bracear hasta la cima en un lento andar hacia el abismo, donde, durante un instante, ése en el que me descubro sobrevolando el mundo, me rodean la duda y la oscuridad. Después llegará otra vez la luz y la caída, el miedo y el amor, percibiendo tanta vida en tantos lados con la certeza de que no me derramo inútilmente.
Llega una ola tranquila que nadie me discute; me la dejan porque hace mucho que la estoy esperando y, al menos en esta playa, se respetan mis canas. Me paro y la bajo. Es un movimiento simple y silencioso. El envión me manda hasta la base y por un instante alcanzo a ver el labio cristalino doblándose sobre mi cabeza.
Pero me caigo y el agua me envuelve.
Cansado de los revolcones, salgo de la espuma y me recuesto sobre la tabla. Con una sonrisa remo hacia el punto blancuzco donde las olas comienzan a morir. Me siento en la tabla y pienso en Sísifo y su piedra: Yo también he vuelto a mi comienzo.

Cuenticos a pedido

(Mujer pez)
El bote rolaba sobre las olas de la última lancha, anclado en un pequeño canal del Vinculación. Eran finales del otoño y la soledad, el frío y los mosquitos reinaban en El Tigre.
Los hombres pescaban en silencio, esperando enganchar algo para la cena. Osvaldo usaba línea de fondo porque decía que le gustaba sentir en las manos el tironeo de los bagres. Marcos apretaba una caña con línea de flote buscando pejerreyes.
Marcos rompió el silencio.
—¿Viste lo de Adrián?
—Ése empina mucho, a veces se pierde.
—No sé, igual no creo que existan por acá.
—¿Qué cosa?
—Las minas pescado.
—¿Y entonces para qué jodés?
Marcos quiso responder pero su caña se curvó y la boya picó a fondo. Aflojó el carretel pensando que había enganchado un dorado. El siguiente tirón lo arrancó del bote.
Osvaldo reaccionó enseguida y agarró el cinturón de su amigo, que terminó con medio cuerpo bajo el agua. El dorado debía ser muy grande, tal vez un surubí, porque sentía la fuerza que hacía. El tironeo cesó de repente y Osvaldo vio la caña hundiéndose rápidamente. A mitad del Vinculación emergió una mujer, le sonrió y volvió a sumergirse mostrando una gran cola de pez.
Marcos resurgió del agua, excitado por la anécdota que le contaría a los muchachos.
Osvaldo puso en marcha el motor mientras miraba nerviosamente el río; recordaba los rasgos afilados, el pelo cobrizo, la boca carnosa. Cuando entró el cambio sus manos dejaron de temblar y el bote se alejó del Vinculación dando estornudos.
Marcos dijo:
—¿Lo viste? Era enorme, me arrancó la caña de las manos.
—Sí, era grande, che. Hermoso bicho.
Y una sonrisa cómplice le ganó al miedo.

miércoles, julio 29, 2009

Otras crónicas

Estaba escuchando Radiohead y le dije:
-¿Querés que te preste un auricular así nos suicidamos juntos?
-No, no, gracias, yo quiero vivir...

martes, julio 28, 2009

Falta de espacio

Hoy tengo los sueños de Osaka pero no tengo tiempo ni espacio pa' anotarlos.

Cuestión de gustos según Cochito

-El problema de estos caramelitos, mané, es que a vos te gustan los media-hora y a mí los sugus.

lunes, julio 27, 2009

Y dijo el mar

-Vení a nadar conmigo. ¿No te gustaría sentir mi piel rozando la tuya?

No hace falta ser hombre para tener huevos

Instinto de conservación tengo entendido que llaman a eso que yo sentí en ese momento en estado puro. Algo me explotó en la sangre, algo que subió por el cuerpo desde los talones, algo como la rabia o el amor, algo que pareció empezar en el vientre pero que también repercutió en los tobillos y en las caderas, un vómito, un suspiro, un grito, algo que participaba de los tres, algo que hizo tambalear el mundo mientras yo me mantenía quieta, lo único firme en un universo que crujía y se descascaraba. Todo vacilaba dentro de esa pieza mezquina en la que yo me había estado muriendo. Me había estado muriendo porque quería pero hoy era otro día y no era igual al anterior y yo ya no quería morirme y por lo tanto no me moría. Mierda si me moría. Hijos de remilputas ya iban a ver si me moría. Ni una lágrima, ¿oís?, ni una. Se terminó la compasión, chau.
Angélica Gorodischer.

¿Entendés? Es eso mismo, una patada en las bolas que no termina de aplastártelas nunca. Y que la recibis sin llorar porque, aplastadas y todo, bien puestas las tuviste siempre.
Carajo, mierda.

Mañanas de Sol

Ayer fue increíble, me descompuse de la risa con los Lelu, Natu, Gio y Diega.
Hoy me desperté a las seis de la mañana para ir al trabajo y vi cómo los dedos rosados del sol iban alcanzando la ciudad, lentamente. Y también fue increíble.
Mientras viajaba en un 29 silencioso, quizá porque era lunes, o muy temprano, o hacía frío, descubrí que me vienen girando manijas que no puedo frenar, desde hace un rato.
El 3 de agosto juego el primer partido de la copa con El Coyote y a la noche me las tomo para MDQ. No tengo las tablas ni el traje pero, de alguna manera, me voy a meter al mar.
Y también, seguro, va a estar increíble.

viernes, julio 24, 2009

Pasatiempo

El tipo iba escupiendo por la ventana, tratando de acertarle a los peatones, hasta que el bondi-man le dijo:
-Nene, ¿querés que frene así apuntás mejor?

jueves, julio 23, 2009

Recuerdos desde el río

Ese día soplaba el pampero.
Soplaba y soplaba y nuestro velero se sacudía de banda a banda. Me acuerdo como si fuera hoy porque el miedo me atenazaba las manos. Me acuerdo porque me las descascaré casando las drisas del spinaker para que la vela puta no nos diera vuelta. Me acuerdo porque yo lo puteaba a mi viejo y él no paraba de repetirme:
-Escuchame, flaco, sino hicieras estas cosas conmigo, ¿qué anécdotas vas a contarle a tus hijos?
Íbamos en un cohete disparado por el río Capitán, una flecha azul y blanca que se recostaba sobre la banda derecha, con todo el trapo puesto y toda la fuerza en los obenques.
Me acuerdo que la proa le arrancaba quejidos al río, mientras el Cecil cabeceaba como nene loco y nos alejábamos cada vez más del caudal del Plata. Nunca me voy a olvidar de ese día encapotado y frío, de mis brazos rígidos y de los gritos sobre el viento.
Pero Old Panizza nos entrenó bien: 3 semanas después ganamos la Colón '98 casi caminando, con Vika como adrisante, Esteban como trimmer y yo de timonel. Y mi viejo, claro, que fue cortando salamín todo el viaje, mientras decía:
-Debería hacerle unas remeras a la tripulación, ¿no?

Sobredosis

Así quedó Michael Jackson después de Gianola y su desafío de la blancura.

miércoles, julio 22, 2009

Daria ataca de nuevo

-¿Qué es eso de que va a nevar?
-¿Ahora sos vidente?
-Claro -dije yo.
-Nunca un trabajo decente, vos. Nunca una pala y una bolsa.

¡Qué boludo!

Recién ahora entiendo que cuando los viejos le decían tornillo al frío se referían a que te deja todo remachado.

martes, julio 21, 2009

Mi diario XI (o mañanas urbanas)

A las 8 de la matina de un martes uno no se cuestiona si es correcto bajarse de un bondi porque se tienen ganas de escribir: Uno lo sabe, porque el escribir es (casi-casi) como el caminar. Uno, y digo uno por no decir yo, sabe que la inspiración es como los fantasmas (Javier Cercas dixit): Todos hablan de ella pero nadie la ha visto. Cuando pinta la muy zorra, hay que agarrarla con dedos de acero.
Hoy estoy como extraño, o extrañado, o extrañando. Y si es que extraño algo, no sé bien qué será. Pero percibo como un vacío en mí, tamaño large, de origen indefinido, que me hace caer mal las facturas y me amarga el café con leche.
Será el malhumor de haber dormido acurrucado en un sillón, medio en bolas, mientras una luz de mierda no me dejaba dormir. O será esto de ser un homeless y no tener domicilio fijo, que puede que empiece a afectarme a mi edad.
Entonces… ya me perdí.
Decía que estoy en un bar, reventándome el cerebro con AC-DC en las postrimerías del día del amigo, pensando en toda la gente que tenía que ver y que no ví. Decía que tengo sueño o malhumor y que no saboreaba un café con leche aunque, esto último, no es del todo cierto: Un café con leche, por más malo que sea, siempre es un alivio a las 8 de la matina.
Decía o quería decir muchas cosas pero mejor me callo: Es martes, y es muy temprano para ahondar en si Nicholas Blake tenía razón al decir:
Como casi todas las personas que llevan una vida aislada –aislada espiritualmente, quise decir-, soy extraordinariamente sensible a la opinión que los demás tienen de mí. Odio la idea de ser un tipo popular, bien recibido en todas partes; sin embargo, la idea de ser impopular me produce un sentimiento de profunda intranquilidad. No es un rasgo muy simpático querer comerse la torta y al mismo tiempo guardársela.
Como que ya sé la respuesta: Fue la puta timidez, Nicky-boy. Una cosa era hablar (o escribir) en joda, y otra cosa es hacerlo sobre cosas que realmente te importan. Y con respecto a las tortas, qué sé yo… Si dicen que nadie vuelve por algo será.

De lobitos y romanas

Hoy, es de noche.
Y el lobo que hay en mí anda por ahí, de par en par, sabiendo que todavía le quedan muchas noches como ésta para aullar.
Y hoy, el mundo da vueltas y vueltas.
Siento su vértigo penetrar mi pelaje mientras miro la luna, tan llena, tan blanca, tan mágica.
Soy nocturno y soy lobo, pero no soy feroz. También tengo una parte blanda, sumisa y temerosa, que me hincha las pelotas con sus dudas mientras corro entre las sombras de mi bosque. Y no reniego de ella, porque necesito dudar para salir a cazar, necesito ser perseguido para esconderme en mi cubil, necesito ser débil para recuperar la fortaleza del animal osado que supe ser.
Hoy, el mundo se oscurece.
Y su oscuridad no me da miedo, sólo incomodidad. Sé, o adivino, a través del instinto animal que me domina, que estos senderos que hoy recorro serían mucho más pulentas si los viera a través de la luz del Sol.
Pero hoy, que es de noche, sólo la luna ilumina mi andar.

lunes, julio 20, 2009

Cochito afirma

-Antes que una canción de cuna prefiero buena vista en La Chacarita, con aire y levanta-nichos eléctrico.

Soliloquios de altura

¿Y qué sabe el miedo de mí, montaña, si sólo ha saboreado pedazos de mi carne?

Día mojado

El sábado me recibe mal: La llovizna me salpica la cara, obligándome a pestañear.
Encima casi no dormí y todavía me duele el cuerpo por el palo-snowboard. Todo me invita a pensar que voy a jugar como el culo, hoy. Pero me deja tranquilo saber que estoy otra vez tiritando en la cornisa.
Y es que el equilibrio, papay, es mi mayor fortaleza.

viernes, julio 17, 2009

Genio, precursor y figura

Tengo una caja de cartón a la que llamo La caja de los tesoros. Seguramente a nadie le podrían pa­recer tesoros más que a mí. Hay un soldado de plomo del ejército napoleónico al que le falta un brazo, un yo­yo profesional Russell, un cortaplumas roto, una brú­jula con el cristal astillado, una figurita de El Zorro (la única que me quedó de las miles que junté cuando era chico) y una postal que me envió una novia desde algu­na playa. En la postal solamente se ve una ola, y nada más, y en el reverso ella me escribió: ¿Viste alguna vez una postal más estúpida que ésta? Si cualquier persona se asomara a esa caja (desde luego, ese acto se­ría castigado con la pena de muerte) no podría advertir cuál es el objeto más extraño de todos, y quizás el más precioso: un pedacito de papel viejo, quebradizo, casi quemado, encerrado en un sobre. En el papel no puede leerse casi nada. Es apenas una huella.
Pablo de Santis.


También tengo una caja de esas, llena hasta el tope de monigotadas que a nadie más le dicen nada. No sé si mataría a quien se atreva a meter la cara, algunos ya lo han hecho y no los maté, pero estoy seguro de que nunca, jamás, me desharé de esas porquerías. Y entre ellas también hay un papel amarillo, viejo y arrugado que es apenas una huella de mis primeras letras.

Noches de boliche

-Pasa que yo tengo miedo, che.
-¿Miedo de qué?
-Esto 'stá lleno de panteras, mané, y tengo miedo de salir arañado.

Reencuentro fulbero

El Coyote* estaba llegando tarde, así que me senté en un banco de suplentes vacío para ver un partido cualquiera; un equipo jugaba lindo, el otro no.
De repente me di cuenta de que el 11 de los que jugaban lindo no dejaba de mirarme confirmando mi sensación de que, últimamente, doy perfil de futbolista puto. Después de un rato se me acercó y me dijo:
-¿Vos jugaste en la USAL alguna vez, no?
Y cómo jugaba entonces, pensé. Lo miré extrañado sin acordarme de su cara hasta que, después, sí, lo retuve bien; ése era parte del equipo que peor me goleó en la historia de MI fútbol: nos ganaron 9 a 1.
-¿Te acordás que una vez jugaste para nosotros porque nos faltaba gente?
Y claro que me acuerdo, con 8 tipos le hicimos partido a los subcampeones.
-¡Qué partido! ¿Te acordás?
Como si fuera hoy, pensé. Como si estuviera por empezar ahora mismo: Esa horrible camiseta amarilla y verde; Juanma, sin jugar por pecho frío; El gol que metí desde afuera del área.
-Nos vemos en la cancha, un gusto verte después de tanto tiempo...
Lo saludé sonriendo y pensé que si lo cruzo de vuelta por la derecha voy a apuñalarlo con mis botines, como hice cada vez en aquellos años. Pero como es amigo de la casa, lo haré con sumo respeto.


*Coyote Moon, mi equipo de los domingos.

Cochito explicó

-Adelantás un pie y listo.
Repetí sus palabras en silencio, como si las estuviera masticando.
-Sólo un paso -dijo.
Un paso, pensé, y además el infinito.

jueves, julio 16, 2009

Yo xoy la cornixa

Quiero recuperar la llama que alguna vez compartí con vos, pero no sé cómo.
La extraño, muy adentro. O quizás extraño la fuerza que me daba su ardor, que era el calor que impulsaba mi vida.
Vivo tiempos de ceniza.
Sí.
Tiempos en los que busco una dirección para mis pasos mientras todo parece deslucido y estúpido.
O falso, barato, sintético.
Vivo tiempos en los que me canso de bracear y bracear hacia islas sin nombre. Islas en las que no reconozco belleza alguna porque estoy ciego.
Y entre tanto aburrimiento, bajo olas y montañas con la música al taco, partiéndome los brazos y las piernas. Pero no me confundo.
He aceptado mi naturaleza: No busco el borde para caerme.
No.
El límite ha sido el filo con el que corté la vida.
Siempre.

El último descenso

Estaba allá arriba y pensé en vos.
Pensé en vos y en el año 2002, y en el palo que te afanó la vida allá en Australia, lejos de mí y de las costas que te vieron surfear.
Toda una vida dedicada a la tabla y te dan miedo dos golpes de nada. Toda una vida dedicada a la tabla y te cagás por dos moretones de mierda mientras a otros jamás les tembló el pulso, me dije.
Entre las nubes vi otra vez tu cara, la cara triste que tenías el día que te fuiste. Y también la otra, la que te vi el año que fuimos a Máncora, cuando pegaba re feo, cuando vos me preguntaste si tenía miedo y yo te contesté que sí. Quedate tranquilo, me acuerdo que dijiste, que mientras tengas miedo tenés el control.
Pero hoy tengo miedo y no controlo nada.
Y también tengo bronca: Porque siempre fui de esos guerreritos lanudos de poca consciencia que llamábamos cabeza de fósforo. Si hasta me prendía fuego de sólo pensar en tablas y olas y nieves. Y ahora resulta que una montañita de mierda…
Allá arriba pensé y pensé, hasta que el-que-vive-adentro-mío se puso de pie, me sonrió con una sonrisa de perro rabioso y se largó. Y hubo un instante en el que dudé en volver porque tuve miedo, pero metro a metro fui perdiendo la duda y él se hizo más fuerte, hasta que en una curva salimos de la pista, muy fuerte, y me clavé de cabeza.
Me clavé tan mal…
Pero el-que-vive-adentro-mío se sacudió la nieve, se paró y se dejó llevar. Yo me dejé llevar con él porque en el fondo sabía que tenía razón. Y en un momento íbamos tan rápido, mané, que pensé que el tiempo no nos podría alcanzar.
Cuando llegué a la base él ya no estaba conmigo, en alguna parte del descenso me había dejado solo pero ni cuenta me di.
Me saqué las fijaciones despacito porque quería saborear ese momento, así como saboreo este otro en el que te escribo estas líneas mientras todos están dormidos.
Es increíble, sin darme cuenta lo tuve congelado adentro mío esperando el momento para sacarme otra vez del fuego y llevarme hacia la playa, la base, la seguridad de un chocolate caliente. Y ya estando casi en el auto me acordé por qué le dije a esa tarada, en Máncora: Nosotros no queremos matarnos. Todo lo contrario, queremos saber si estamos vivos.
Todavía arde, mané, y aunque está muy escondido su fuego tiene una furia…

miércoles, julio 15, 2009

Volver

Con la frente asoleada y ese dolor de hombro que no para con nada.

martes, julio 14, 2009

Voces silenciosas

Alcé la vista y lo vi entre remolinos de nieve: El viento venía bajando, y gritaba:
-Esto es la libertad.

martes, julio 07, 2009

Exabruptos nocturnos

Nos terminábamos de clavar una picada vitivinícola en la terracita del depto cuando Luigi tiró:
-Tengo más ganas de coger que de vivir.
Y la risa nos duró más de media hora.

lunes, julio 06, 2009

Signo de estos tiempos

Era domingo e íbamos a jugar al fútbol y nos agarró un semáforo en costanera. Entonces lo vimos: Un tipo vendía alcohol en gel, suelto.

viernes, julio 03, 2009

Extreme ways

Ayer llegué tarde a un partido de chincue. Y antes de empezar ya estaba caliente por eso de llegar tarde y por varias cosas más que no vienen al caso.
La primera pelota que toqué la salvé de nuestro arco; la segunda la metí en el arco contrario; en la tercera me partieron una pierna. Ahí me calenté en serio: Clavé una de zurda, en el ángulo. Me gambeteé a un par y metí tres o cuatro más. Y me di el tiempo de putearlo al Diega porque estaba quejoso. Después como que me jui aflojando, sobre todo cuando llegué a la conclusión de que no juego mejor por la línea sino por los bordes, justo ahí, donde me caigo al carajo.
Para mejor, el partido lo ganamos caminando.

Cochito solía decir

-Si me llevan antes, papay, van a tener que ponerle una furia...

miércoles, julio 01, 2009

Poroto de James Bond

Después de la trilogía Bourne pensé que nada me sorprendería hasta que vi los nuevos mapas de Google.
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