Quiero recuperar la llama que alguna vez compartí con vos, pero no sé cómo.
La extraño, muy adentro. O quizás extraño la fuerza que me daba su ardor, que era el calor que impulsaba mi vida.
Vivo tiempos de ceniza.
Sí.
Tiempos en los que busco una dirección para mis pasos mientras todo parece deslucido y estúpido.
O falso, barato, sintético.
Vivo tiempos en los que me canso de bracear y bracear hacia islas sin nombre. Islas en las que no reconozco belleza alguna porque estoy ciego.
Y entre tanto aburrimiento, bajo olas y montañas con la música al taco, partiéndome los brazos y las piernas. Pero no me confundo.
He aceptado mi naturaleza: No busco el borde para caerme.
No.
El límite ha sido el filo con el que corté la vida.
Siempre.
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