Ayer llegué tarde a un partido de chincue. Y antes de empezar ya estaba caliente por eso de llegar tarde y por varias cosas más que no vienen al caso.
La primera pelota que toqué la salvé de nuestro arco; la segunda la metí en el arco contrario; en la tercera me partieron una pierna. Ahí me calenté en serio: Clavé una de zurda, en el ángulo. Me gambeteé a un par y metí tres o cuatro más. Y me di el tiempo de putearlo al Diega porque estaba quejoso. Después como que me jui aflojando, sobre todo cuando llegué a la conclusión de que no juego mejor por la línea sino por los bordes, justo ahí, donde me caigo al carajo.
Para mejor, el partido lo ganamos caminando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario