jueves, septiembre 15, 2005

El por qué.

Días atrás alguien muy cercano me hizo la pregunta. Por qué, si tuve algún futuro en lo que estudié, si trabajaba -cosa poco común- en el rubro que estudiaba, lo abandoné todo y me dejé llevar por un oficio rudimentario del que tengo que aprender una técnica que hecho en falta.
¿Por qué?
No puedo explicarlo de manera convincente. Las razones son individualmente comprensibles, propias, pero al esgrimirlas en conjunto pierden fuerza en oídos ajenos y despiertan fantasmas de locura. Esa sería mi respuesta: porque no estoy loco, porque tengo algo que me araña por dentro, que necesita salir goteando sobre papeles vírgenes. De continuar perteneciendo a un mundo que reconocía gris me hubiese marchitado por dentro, muriendo líricamente convertido en una coraza de cartón, caminando y hablando sin sentido ni profundidad.
No, mi destino exigía metafísica.
La escritura siempre me rodeó: en forma de anotaciones de agenda, de aventuras de rol, de invenciones anecdóticas. Se te nota cierto talento creativo -me dijo un amigo que hoy la pelea en España-. Fue el primero en creer en mí, en este sueño literario. Uno nunca sabe las vueltas de la vida -aconsejó-, yo que vos registraría todo. Tanta paranoia no fue de mi agrado pero encendió una mecha que terminó demoliendo la antiojera que la guita me puso ante el futuro.
Mi talento, si es que lo tengo, no pienso desperdiciarlo poniéndole muletas informáticas a una banda de retrasados mentales. Orangutanes del mercado que se rascan la panza colgando de una rama y hablan de porcentajes ridículos mientras la realidad, el mercado verdadero que existe fuera de sus manipulaciones privadas, se vuelve incomprensible para sus atrofiados cerebros.
Pasado el momento de catarsis, vuelvo en mí y me retracto -no de la definición de orangutanería-. No puedo reconocerme como escritor de talento, nunca podría hacerlo. La genialidad es una consecuencia social de la interpretación. Alguien leerá mi esfuerzo, alguien interpretará el código sobre el que plasmo mi delirio. Ése podrá juzgarme, y decir: este tipo es un idiota.
Escribo porque apuesto a que me entienda(n), porque siento que la carga interna de mi pluma es poderosa. Creo, con una fe casi religiosa, que los proyectos aún no terminados serán un trampolín. Pienso que falta el último paso, el autoconvencimiento. Después sí, podrán llamarme idiota, soñador, pelotudo. La condición sine cuanon será que me hayan leído.
Días atrás no pude dar esta respuesta. Un remolino de pensamiento me impidió clarificarla. La única reacción posible fue dar esta dirección y promoter un escrito, una disculpa, casi una profecía. Entenderás por qué cuando pueda ordenar la respuesta, le dije. Ojalá que ahora entienda.

"Se examina la afirmación de que el secreto de mucho gran arte está en los impedimentos que, bajo la forma de reglas, impone el gusto contemporáneo. Las reglas de arte, al proponer un ideal definido que alcanzar, le proponen al artista un fin que impide el trabajo en el vacío de su ingenio."
Cesare Pavese, el oficio de vivir.

6 comentarios:

El Asiduo dijo...

Uno debe hacer las cosas porque le placen y no porque les dan los mayores beneficios.
La "IDEOtez" pasa por creer que el currar buena guita, ser un piola bárbaro con un harem de señoritas faciles, saliendo todos los jueves a tomar unos wiskeys con los compañeros de farra, es lo que realmente importa en esta vida.
¿Qué es lo que importa? Ser Jodidamente Feliz en todo lo que uno hace sin que a uno le Importe un Joraka lo que otros digan y piensen de uno.
Si, claro, vos porque tenés techo y comida te llenás la boca, de la Felicidad y lo Importante en la Vida podrán decir.
Si es una Suerte tener Techo y Comida, no hay duda, más si tenemos en cuenta el gran porcentaje de pobreza que hay en el Mundo. La Vida sigue siendo una y si uno tiene la oportunidad de hacer lo que Quiere por qué se va conformar con menos, con estereotipos baratos sacados de una mala novela pasatista.
Sigue escribiendo sólo sigue escribiendo, quién sabe, algún día consideres que haz escrito lo que siempre has querido escribir.

Unknown dijo...

Gracias por estar. Es importante saberlo.
Cordialmente,
Yo.

Anónimo dijo...

Vea, Sr. Panizza. No sé si con esto le ayudo a sentirse un poco mejor, pero ud. está en una etapa de subida (o sea, trata de autoconvencerse de que escribe bien, lo que algún día logrará, porque es cierto y ud. sabe que yo no ando regalando elogios, precisamente); yo estoy en una etapa de bajada. "¿Cómo es eso?" Es la pregunta retórica de quien le escribe y, a continuación, responde: Yo creía que escribía bien y me estoy empezando a dar cuenta de que estaba equivocado, cada vez más, cada vez peor, más equivocado, más y más y más. No tengo muchas ideas, no tengo mucho tiempo para escribir, ¿tengo miedo de escribir? En fin. Así es la cosa. Así que ud. va camino a construirse un yo literario bonito, yo miro mi yo literario y digo "esto no me está sirviendo, che". Creo que no hace falta ser más gráfico. Siempre abundo en graficidades. Terminé escribiendo sobre mí y no es el asunto. Como sea, me divirtió mucho lo de la manga de orangutanes y saber que en un punto yo soy uno de ellos (no olvide, Sr. Panizza, ud. todavía es mi proveedor interno), me divirtió. Qué se yo. Cuente conmigo para que le digan que lo que escribe está bueno, si lo necesita, si lo ayuda a autoconvencerse de algo de lo que yo, al menos, ya estoy convencido: su talento.

Unknown dijo...

Mesié Becerra:
Vea, soy un convencido de que los momentos oscuros son doblemente interesantes: inspiran a esa parte rar del alma artística que produce cosas atroces y obras imprescindibles. También nos fuerzan a interactuar con nosotros mismos, a escrutarnos buscando eso que nos gusta, lo que nos obliga a estar vivos. Con respecto a mi talento, agradezco el elogio. Obviamente no lo comparto, aún no. COn rspecto al suyo, ¿quiere hacerme creer que no escribe bien? ¿Quiere convencerse de qué su mal momento podría saltarse la escritura? ¿Acaso piensa que al perder el equilibrio no afectará sus escritos?
Señor mío, uno es un todo, nunca lugar más común, cuando empieza la disociación comienzan los problemas (y las internaciones).
La tormenta pasa señor Becerra, y en uno o dos días regalará olas maravillosas para quienes sepan esperar.
Cordialmente,
Yo

Juan Manuel Bruñol Silvani dijo...

"...¿Quién no ha sentido que todo lo que dice y escribe no fue inventado ya? Yo diría que pisemos primero nosotros, no sea cosa que un gil igualito igualito nos destrone un día de estos...bueno que mejor que ese gil sea uno mismo renovandose segundo a segundo..."
niñoespina dixit

Unknown dijo...

El eterno problema del deja vú. ¡Cómo si fuese poco problema lograr una coherencia literaria!
¿Y qué autoridad tiene este tipo? Me pregunto a mí mismo: ¿Qué autoridad tiene este niño que yerra sin chapones ni reconocimientos? ¿Por qué parece tan soberbio este payaso inédito? ¿De qué se jacta?
Tengo una respuesta: "del huevo que le pongo a la escritura."
Cordialmente,
Yo.

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