lunes, abril 13, 2009

Mi diario X

Es el doce de abril y hace bocha que no te lleno la piel de garabatos, agendita. Justo desde que lloraste conmigo en unas hojas borroneadas del veintipico de noviembre, cuando todavía queríamos resistirnos, defendernos. Pero no se pudo y ahora estamos acá, este doce de abril, mirando al viejo a las ¿qué, ocho de la mañana? Vos y yo, algunos corredores de verano y estas gaviotas que son siempre las mismas, eternamente blancas y grises.
Perdí la cuenta del tiempo mirando al viejo. No importa mucho, yo sé que con el viejo siempre puedo contar y que así como yo lo miro él me mira a mí. Por eso vine; necesito saberme, verme, encontrarme otra vez, y el mar es la única guía que me queda.
[ACOTO: ¿Y qué vas a preguntar? ¿Lo que preguntaste siempre? ¿Te creés que no me acuerdo? Querés saber quién sos, o qué tenés, o qué te espera. O, peor, querés que te aseguren que todavía tenés algo que dar y que por ese algo te van a venir a buscar, porque sino sería injusto. Pero no es así, porque yo también te he visto y oído y recorrido como vos a mí. Y sé que sos un chiquito con miedo. Uno que sabe que con cada latido la vida se acorta. Pero sabés sólo eso, porque ignorás que lo importante no es la velocidad, sino la densidad. Y yo te veo tan denso preguntándome siempre las mismas cosas]
Hoy tengo un ardor dentro, agendita, y no es por la resaca que me parte el pecho. Es otra cosa, algo que creí que había perdido con el desgaste y que me quema tanto que no me deja dormir, ni pensar, ni hablar, ni mirar a nadie. Y justo ayer, mirá lo que es el destino, justo ayer me compré un libro que me recomendaron, un libro de un tipo que nació en una isla con la que sueño desde que me subí a una tabla, un tipo que odio porque dice y escribe como todo lo que odio. Y sin embargo ese tipo (me) escribió en ese libro: Era una playa magnífica, casi siempre desierta, geométricamente lisa, de arena inmaculada; no cabe duda de que un hombre dotado de auténtico temperamento artístico podría haber sacado provecho de aquella soledad, de aquella belleza. Por mi parte, me sentía frente al infinito como una pulga encima de un pedazo de hule. A fin de cuentas yo no pintaba nada en toda esa belleza.
[ACOTO: Un tiro en el medio del pecho]
Y ahora resulta que fue así nomás, que resignarse fue dejar pasar el tiempo porque sin él, sin el transcurrir incesante de los días, no llegaría nunca el momento en el que estas lágrimas negras me saldrían del pecho. Sin llanto, ni morisquetas ni escándalos. Simplemente yéndose una detrás de la otra, cubriéndome el pecho de negrura.
Pero ese tipo siguió diciéndo(me) en ese libro: Yo le había dado demasiada importancia a la sexualidad, era indiscutible; pero el único lugar del mundo en el que me había sentido bien era acurrucado entre los brazos de una mujer.
De esa mujer.
¿No es increíble, agendita? Estar solo y roto pero no abandonado. Roto en todos los sentidos en el medio de la nada y leyendo algo y sabiendo, ipso facto, que en ese preciso momento está ocurriéndote algo importantísimo para lo que no estás preparado y que, sin embargo, justo y por suerte ocurre en un lugar tan familiar donde todavía queda algo, sublime, enorme, sobre lo que podés hacerte patita para seguir.
[ACOTO: Si lo decís por mí, andate a la concha de tu madre]
Soy una bola de nervios sin manija que se hartó de rodar. Una bola reseca a la que se le acabaron las lágrimas. Pero también soy yo, solo, con mis remitos, mis ganas de alcanzar la serenidad de la rompiente y estas bolas-de-acero que tanto me pesan. Y me la tienen blanda los ardores de una noche de juerga, las amenazas de unos giles o las risas de unas chicas rubias, enruladas y fáciles.
Si supieran lo que me harté de vivir yo, viejo, al lado tuyo y con tantos otros. Si supieran las veces que me arranqué la piel en estos últimos meses. Si supieran cuánto me costó saber que vivir no tiene que ver con haber fracasado sino con haber sentido. Si supieran esos putos.
Y entonces me voy de esta playa; tengo que volverme pa' hacer el bolso porque me dejé muchas cosas pa' mañana y, además agendita, me voy porque me place cerrarte y decirte: ahora, oh inmortalidad, me perteneces*.


*En alemán en el original: Nun O Unsterblichkeit Bist du ganz mein.

No hay comentarios.:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...