viernes, noviembre 28, 2008

Embolante

Quise darle crédito a Ishiguro. Algunos decían, basándose no sé en qué, que merecería un futuro y seguro premio Nobel. No es que yo piense que el dichoso premio es así como re fachu pero, qué sé yo, muchos de sus ganadores han tenido lo suyo, es decir, algo bueno en lo que han escrito.
De última, han escrito mejores cosas que yo, lo que, en sí mismo, no dice nada más que tengo un ego desproporcionado.
Decía que le di amplio crédito a Ishiguro pero algo pifió en mi plan de lectura y el yapanís cayó en default: me enredó soberamente las pelotas con su Nunca me abandones, supuesta obra de ciencia ficción que es más lenta que la tortuga manuelita y cuyo título sospecho, en mi ya declarada mala fe hacia el autor y su obra, ha sido elegido a propósito para que no abandonemos la lectura. Pero ni así funciona, al llegar a la página 205 ya no queremos saber nada de Tommy, Ruth o la mujer de pelo plateado.
Eviten leer Nunca me abandones para no caer en la trampa culpable que se esconde en su título. O sufrirán más de 200 páginas de pérdida de tiempo.

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