Hoy, es de noche.
Y el lobo que hay en mí anda por ahí, de par en par, sabiendo que todavía le quedan muchas noches como ésta para aullar.
Y hoy, el mundo da vueltas y vueltas.
Siento su vértigo penetrar mi pelaje mientras miro la luna, tan llena, tan blanca, tan mágica.
Soy nocturno y soy lobo, pero no soy feroz. También tengo una parte blanda, sumisa y temerosa, que me hincha las pelotas con sus dudas mientras corro entre las sombras de mi bosque. Y no reniego de ella, porque necesito dudar para salir a cazar, necesito ser perseguido para esconderme en mi cubil, necesito ser débil para recuperar la fortaleza del animal osado que supe ser.
Hoy, el mundo se oscurece.
Y su oscuridad no me da miedo, sólo incomodidad. Sé, o adivino, a través del instinto animal que me domina, que estos senderos que hoy recorro serían mucho más pulentas si los viera a través de la luz del Sol.
Pero hoy, que es de noche, sólo la luna ilumina mi andar.
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