Cuando la liebre picó en punta muchos apostaron contra la tortuga, Juancho no. Era el peletero de la aldea y, tal vez por eso, sabía muy bien que la liebre era rápida y genial pero inconstante. Sus descendientes viven de rentas, porque el humilde peletero compró un montón de campos con la ponchada de guita que apostaron los demás giles.
Esta historia no tiene moraleja -¿la esperaban?- Juancho tuvo culo o vio una oportunidad, ¡qué carajo importa! Lo cierto es que zafó gracias a una tortuga voluntariosa que ningún camionero pisó.
4 comentarios:
No tendría sentido decir que la moraleja es que si nadás contra la corriente vas a ganar. No lo tiene, de echo.
Pero es lindo, o sorprendente, que empiece un texto sin moraleja... como esas películas de final abierto (¿?)
Aunque para nadar contra la corriente primero tenga uno que saber para que lado venía pataleando.
abrazo de gol
NÑ
pero la liebre se hizo famosa igual. y trabaja en televisión.
Bueno, con respecto a la fama, diré que es una ficción que alcanzan aquellos que nacieron para el ridículo.
Cordialmente,
Yo.
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