miércoles, noviembre 09, 2005

Prueba de voluntad

Será que soy inseguro y me da miedo. A veces pienso y me invade la culpa, será por el adoctrinamiento que manyé en seis años de universidad: administración de proyectos, administración de recursos, etc. Aclaro que -los recursos- somos los laburantes, aunque dicha aclaración sea al pedo.
Me cuesta mostrar lo que escribo, estimo que es un tema de autoestima (wow), tal vez algo peor. La cuestión de la revista y el blog -en esto quiero ser totalmente sincero- surgió de una concreta necesidad de trascender las fronteras de mi entorno. Después de todo mis amistades conservan una idiosincracia que también me incluye y nos mantiene "comunicados". No se me ocurré otra palabra.
Ayer recibí un mail que decía algo así: "todo muy lindo pero no mostrás lo que escribís, (...)". Seguía mucha gilada pero me sentí tocado por la frase. Encarna cierta verdad. No sé cuántos de los que visitan este blog en realidad le dedican tiempo a la escritura. No hablaré de escritores profesionales vs catársicos: uno agarra la birome, le da a los garabatos y sale algo. De ahí en más hay que ponerle huevo a la literatura y doblarse los cuernos buscando la mejor forma de expresar una sensación, una idea, una historia y (símbolo de infinito). Después vienen esos que se van al carajo. Los grosos.
A lo que voy, en cierta forma busqué la máscara de la red para esconderme y mostrar una mínima parte de lo que hago sin decir que soy su autor. Se entiende perfectamente. Tengo miedo, ¿no es obvio? Y si me abro y escribo esto es porque sé que soy un blog más en la inmensidad, un nick de mierda. Y ahí termina todo. Las consecuencias de este acto no serían las mismas que al pararme sobre un banco en una plaza y gritar mis sentimientos o por cagarme a piedrazos con la cana en Mar del Plata. Yo estoy seguro tras mi pantalla. Y sin embargo no siento ninguna seguridad al terminar esta nota.
Dado mi carácter rebelde y circunstancialmente pelotudo, voy más allá y me incinero ante desconocidos. Mis compañeros de revista (hermanos casi) dicen que mi escritura me encierra totalmente. No sé que verdad hay en ello pero tengo la certeza de que soy mucho más que un nick de mierda, que este blog, que cuatro comentarios inteligentosos. Eso no los descarta, viven en mí y me ayudan a dar forma a mis deseos.

Un punto negro, celeste. (13-09-2004)
El fenómeno conocido como tránsito –en palabras de un astrónomo- representa la simple irrupción de un astro entre las masas del Sol y La Tierra. Un teósofo lo llamaría pecado: una mancha de oscuridad en la belleza (hasta entonces) inmaculada de la luz.
Cada ciento veintidós años Venus transita la superficie del Sol robando un poco de brillantez destinada a nuestro mundo, como si se tratase de un lunar sobre el rostro pálido de Helio. No es una porción fría de la calidez solar que se rehúsa a resplandecer, sino el único rastro de rencor que le recuerda al Sol una antigua traición.
Venus se mueve entre llamaradas durante unos treinta minutos; luego, por otros ciento veintidós años, permanecerá oculta, privada de toda caricia en la inmensidad espacial, deslizándose a través de la nada con solitario aburrimiento. En escasa media hora adquiere el significado que le arrebatan tantos años de ignoto andar. Transita la ardorosa piel sin quemarse, a salvo en la helada distancia; ilusionando o paralizando de terror a millones de criaturas.
En el minuto once de su tránsito, ante la tibieza de la luz, Venus despierta lentamente de su letargo y vuelve a soñar con la lujuria de la vida; visiones de seres que se desarrollan en su matriz; evoluciones abortadas que alumbrarían criaturas imposibles. El marchito planeta sueña con ser azul como su prima La Tierra. Recuerda los amores con el belicoso Marte en los albores de la eternidad; de ellos no sacó provecho alguno. Por el contrario, fue el gigante rojo quien se benefició de la progenie. Por un capricho de la geografía celeste Venus ha sido confinada a una órbita calcinada por la cercanía de Helio, su guardián. A ella, la diosa del amor, que abrigó en su vientre el falo gigante de la fertilidad, se le niega el placer de la maternidad. Los sueños mueren antes de empezar en la quebradiza superficie castigada por el aliento solar. No podrá ser la vida: ni hoy, ni ciento veintidós años después. Por un instante el sueño fue posible, entre la tibieza del amanecer y la frescura de la noche espacial. Por un momento, Venus se atrevió a soñar fecundada por la virilidad de Helio.
En el minuto veintiocho retorna la somnolencia. Aún es un lunar en el rostro brillante, pero se encuentra a punto de caer al abismo. La conciencia de planeta muerto se va ahogando y la ansiedad por la vida se amilana. El sueño de la primavera imposible se pierde en las inmensidades del espacio, en pos de otros ciento veintidós años de añoranza.
Astronómicamente, Venus transita el Sol unos treinta minutos, durante los cuales los hombres observan su andar protegiéndose los ojos. Singularidad que moviliza a millones de personas; quieren ver el tránsito: consiste en un diminuto punto sobre la superficie solar, invisible al desprevenido.
Para Venus, la cosa es bien distinta; sumida en la yerma eternidad, sueña con ser habitada, con sentir en su seno la vibración de la vida. Una ráfaga de conciencia que muere al cabo de un suspiro astronómico. Sin embargo, mientras dure el sueño Venus volverá a sentirse madre, el centro de una hermosa utopía que jamás será realidad.
Cuando el reloj marca treinta, todo vestigio de conciencia se esfuma. El planeta silencioso y oscuro continúa la órbita, entregado al aburrimiento de la nada, esperando que en otros ciento veintidós años la vida amague con despertar. Para Venus, ese intento imposible es motivo suficiente para soñar.


Agradezco las críticas y los consejos que me hicieron llegar.
Cordialmente,
Yo.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...