Me gusta desayunar en bares. Es más fuerte que yo. Me encanta sentarme, llamar al mozo y pedirle un café con leche y medialunas. Mirar a los otros clientes e imaginar por qué están en un bar a las diez de la matina, en vez de andar laburando.
Debo reconocer que además del voyeurismo, poseo cierta debilidad por escuchar conversaciones ajenas, debilidad potenciada por mis orejas-radar y mi complejo de vieja chusma. Así descubro historias que, muy probablemente, son chamuyos de gente simple que necesita un poco de atención.
No puedo evitar sentirme James Bond cuando descubro a mis vecinos, como si de sus pequeñas miserias dependiese el destino del mundo libre.
2 comentarios:
Debo decir que pensé café con leche con medialunas cuando empecé a leerlo.
Agrego el mismo vicio voyeur.
Me pregunto si son las diez de la mañana sólo para los otros laburantes.
Abrazos atemporales.
¿Será una constante entre los bloggers, digo, el tema este del espionaje?
Cordialmente,
Yo.
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