-Ayer quemé el original.
El espejo había iniciado un infierno de libros y escritos viejos. Borró la memoria de mis intentos literarios porque las letras eran ilegibles en su reflejo brillante.
-Y ahora te la doy a vos -me gritó.
Recuerdo una sensación de calor recorriéndome la piel. Recuerdo un alarido en mi boca. Después, mis ojos enfocaron el techo de la habitación, sin verlo, sin entender quién me había incinerado el alma.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario