Mario Levrero sostiene que la vida de un hombre se reduce a una gran estación de ferrocarril desde la que parten numerosos trenes con porciones desiguales de su YO. Cada tren representa una experiencia, un proyecto, un deseo. Por eso cada YO-PASAJERO tiene una proporción relativa al interés que se ponga en cada tren.
Uno podría pensar que, con un horario preciso y los trasbordos correctos, la vida se simplificaría muchísimo. Pero no, viejo, uno vive en Argentina y sabe que, aquí, los trenes son un instrumento del Diablo.
6 comentarios:
Un instrumento y sin ningún Yo que pueda consigo mismo.
Saludos!
¿Simplificar?
¿Con que fin?
Me quedo sin preocupación, viejo.
Señorita, es una vaga.
Escriba más y trate de no aburrime.
su otredad: ¡qué feo!
espinoso: y claro, ¿para qué querés la preocupación?
anónimo: ¿?
Cordialmente,
Yo.
Por eso cada YO-PASAJERO tiene una proporción relativa al interés que se ponga en cada tren.
LINDO!!
La lindura es de Levrero, no se crea...
Cordialmente,
Yo.
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