sábado, junio 10, 2006

El mito de la Gran Guerra Patriótica I

Debido a diversas discusiones con otros blogueros los pájaros publicaremos -por entregas- una investigación sobre malvinas realizada allá lejos y hace tiempo.
Vamos a citar y analizar los dichos de teóricos clásicos de la historia bélica (Clausewitz, Guderian y Tsun Tzu) para entender por qué la Guerra de Malvinas estaba condenada al fracaso.

¿Qué es una guerra?
(primera parte)
La guerra es un acto de fuerza para imponer nuestra voluntad al adversario. (v. Clausewitz)
Cuando Karl dice que la guerra es una continuación de la política quiere decir que se la debe incluir dentro de ésta, porque la guerra en sí misma es un acto político: un país decide que -agotados los recursos diplomáticos- debe imponerse sobre la voluntad de otro/s recurriendo al último recurso político; la confrontación directa.
Una guerra es un conflicto de fuerzas (físicas, tecnológicas y voluntades) que implica el uso ilimitado de recursos para obtener el desarme del enemigo. La filantropía y el sentimentalismo no tienen cabida en una guerra, por eso Karl describe su primera acción recíproca: la guerra es un acto de fuerza y su aplicación no tiene límites. Cada rival fuerza al otro y esto acarrea acciones recíprocas teóricamente ilimitadas.
Como dijimos, el objetivo es desarmar al enemigo pero, ¿cómo podemos lograrlo? Teóricamente, debemos llevarlo a una posición desventajosa cada vez mayor o, al menos, lograr que su percepción sea esa; para el enemigo no debe existir mejora posible en su situación. Aunque no se alcance la victoria absoluta -el desarme total- debemos hacer que el enemigo sienta la amenaza de que podemos lograrlo. Karl describe su segunda acción recíproca: la guerra no es la acción de una fuerza viva sobre una masa inactiva, sino que siempre es el enfrentamiento entre dos fuerzas vivas. Mientras mi enemigo no ha sido derrotado, éste puede derrotarme.
Para vencer al adversario es necesario quebrar su resistencia -la magnitud de los medios que tiene agrupados y su fuerza de voluntad- a través del uso de nuestra fuerza -nuestros medios y nuestra voluntad-. Y cito: si suponemos que este máximo esfuerzo es una cantidad absoluta, tenemos que admitir que no es nada sencillo lograr que la mente humana se someta a los dictámenes de esas ficciones lógicas. En muchos casos resultaría un derroche inútil de fuerzas que se encontraría limitado por otros principios del arte de la gobernar. Esto precisaría un esfuerzo desproporcionado en relación con el objetivo a la vista e imposible de realizar. La voluntad del hombre no extrae nunca su fuerza de sutilezas lógicas.
La guerra jamas se presenta aisladamente. Uno no debería considerar a su oponente como un ente abstracto que posee determinados recursos y mayor o menor voluntad de resistencia. Cada uno de los adversarios debería formarse una idea del otro a través de su ser y obrar, y nunca desde lo que en teoría debería ser y hacer.

Primeras conclusiones.
El Estado Mayor Argentino, en su ineptitud para llevar adelante una guerra convencional moderna, rompió todas las máximas aportadas por Karl von Clausewitz en 1831.
*No se analizó la capacidad -real- del enemigo sino que se intuyó, erróneamente, que no acudiría a pelear. No se tuvieron en cuenta los antecedentes imperiales de Inglaterra ni sus anteriores intervenciones en el extranjero.
*La resistencia se convirtió en una cuestión matemática: 10000 de los nuestros contra 8000 de ellos, cuando la lógica de la guerra exige que se tomen en cuenta otros factores, más importantes, que el número de tropas involucradas en el conflicto.
*Se opuso una táctica inmóvil de trincheras (una masa inactiva) que no podía reaccionar ante los embates de una fuerza móvil (fuerza viva). Sin realizar un sólo contraataque se permitió al enemigo concentrar todas sus fuerzas contra objetivos particulares, sin obligarlo a utilizar recursos para defender el territorio conquistado. Por eso los conscriptos estuvieron siempre en inferioridad númerica. Este es otro principio básico de la guerra moderna: concentrar (las fuerzas propias) y destruir (las del adversario).
*Los puntos fuertes quedaron aislados unos de otros, como islas de resistencia en territorio enemigo. No hace falta explayarse sobre este punto para entender la ineptitud de los oficiales que propusieron esa estrategia. En 1831 Clausewitz advirtió el peligro de tales prácticas; en 1940 Francia propuso el mismo tipo de guerra con claros resultados, Alemania la conquistó en unas cuantas semanas. Al parecer la oficialidad argentina no estaba enterada de estos sucesos, por eso propuso una guerra de trincheras sin superioridad aérea ni apoyo artillero o naval. Grupos aislados de soldados que debían resistir el ataque enemigo de forma individual, muriendo unos tras otros. Lo que se dice un suicidio o, peor aún, un asesinato.

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