Fue el silencio, la mordaza que la locura -ellos- impuso sobre la lucidez. Ahora, mientras escribo en un bar, la tranquilidad del papel es rota por la palabra, un lenguaje superfluo -el de ellos- destinado a evaporar mis ideas. Junto con mi concentración pierdo otras cosas que ya ni recuerdo. De fondo suena una música inidentificable -no sabría decir que escucho cuando deseo no tener oídos-, ellos siguen hablando de porcentajes, budget y bla, bla, bla.
Visualizo el cuaderno y lentamente me voy alejando, llega la oscuridad, el quiebre. Silencio.
La intención de anotar algo se reconstruye. Hoy leo sobre un hecho que sucedió hace treinta años. Una historia trunca. Un concurso literario que alguien ganó y no se publicó por miedo, terror. Después vino la tortura, la muerte, el oscuro silencio. Un grito amordazo durante treinta años. La intención de la nota se reconstruye, efímera. Todas las intenciones lo son a ojos de la realidad. No alcanzan más que para sonreir.
Hoy escribo con tinta negra. No tengo mística. Veo la puta realidad.
Retorna el silencio, como un pesado telón que todo lo opaca. Pienso que nos fue bien, que vino gente, que se divirtieron. También pienso en él, en la distancia -de lugar y tiempo, distancia generacional- que nos separa. Las ideas de como debería ser la realidad son casi idénticas, ese concepto de vida que uno va acuñando al acercarse a la madurez. Entonces no hay diferencia, sólo distancia.
Hace mucho -treinta años- una historia se forjó con esfuerzo y decisión. Se opuso al miedo y pagó un alto precio -injusto-, hoy termina esa trunca relación autor-concurso-libro-lector.
Un justo tributo a la constancia de Carlos Bozzi.
"Me puso nervioso la escalera espiralada, la gente o tantos desconocidos. Pensé, no soy gracioso, no tengo dotes de actor y mi vestimenta es una porquería. Entonces me acordé de tu dedicatoria, Carlos, y supe -o creí saber, o me convencí- de que la vida se forma en base al esfuerzo. Uno de mis mejores amigos decía -se murió siguiendo la mejor ola de su vida en Bells Beach- que hay personas que viven y otras que dejan pasar el tiempo. Él está donde debe estar y yo estoy acá, ahora, haciendo lo que tengo que hacer. Entonces el miedo a la escalera o la inseguridad que tengo de mí mismo quedaron atrás, abajo. Ojalá tengamos tu constancia y el reconocimiento por nuestro esfuerzo frente a tantas penurias e imprevistos".
Niño errante dixit.
*Para saber quién es Carlos Bozzi, recomiendo informarse sobre la noche de las corbatas. Recomiendo su libro también, escrito en 1975 y publicado recién hoy: Mar Del Plata: ¿cien años de una ciudad sin futuro?
3 comentarios:
su altergo: a mí me pasó algo similar cuando leí sobre aquella noche. Entonces contacté a Carlos y empezamos a hablar. me enteré de su increíble historia: su libro, su desaparición y el supuesto enfrentamiento en el que fue liberado. Publicó su libro recién este año y me lo envió. Leyéndolo descubrí cosas que desconocía.
Él me ayudó mucho con mi revista y consideré que era necesario -para mí más que para él- hacerle una especie de reconocimiento dentro de mis rudimentarias posibilidades.
Hay gente especial en el mundo a pesar de las apariencias, lo fundamental es encontrarlos.
Cordialmente,
Yo.
Muy bueno, en serio.
jack: se lo agradezco mesié. Es una historia cierta y -en parte- eso es lo más horrible. Por otro lado es una reivindicación de los huevos de la gente que necesita decir algo.
Cordialmente,
Yo.
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