martes, abril 11, 2006

Hay olor

Hay olor.
Se huele en todos lados un tufo insoportable, como a rebaño de patovicas ejercitados. Sí, mezcla de macho cabrío y chabón musculoso, un poco descerebrado. ¡Ojo!, no todos son así aunque muchos patovicas -o al menos el estándar patoviqueril rompecráneos- sí se amolden al paradigma de fortachón idiota, con ínfulas de seductor.

Sigue el olor.
Ese almizcle hormonal, tal vez, o una cosa parecida que me supera. No, no me supera, me derrumba de mi pedestal, haciéndome ver la realidad de la calle: somos tan pocos los que no les creemos. Porque para claudicar y perfumarse al pedo hay que... ¿a quién puede importarle lo que digo? Soy un internauta en un mar de internautas, un cero perdido en este universo binario donde cada apodo es un enigma irresoluto. No importa si a nadie le interesan mis dichos, me interesa a mí decirlos, sacármelos, liberarme, porque es verdad que yo, a usted, no le creo señor vende-celulares, ¿para qué necesito un aparato con cámara, filmadora, palm, reproductor de mp3-avi, radio-reloj, eh?, ¿para qué carajos lo necesito? Tampoco le creo a ese otro que me habla de tablas-de-lavar-abdominales o maquinitas ejercitadoras de culos. Me siento bien en mi flacidez que se opone al raquitismo de la moda.

Pero hay olor.
Como una pesadez rancia que inunda los lugares por donde camino, al principio la creí una palometa, ya saben, el efecto de un pedo fortachón, como un exceso en la ventosidad que libera, bueh, eso que debe liberarse por debajo. La cosa es que, pensando en la palometa, me acusé de portación de pestilencia y al final me convertí en pedorro, autocensurándome:
-Cerrá el orto nene, por ahí se escapan cosas desagradables.

Todavía hay más olor.
Después me indulté, total, en este país es muy fácil indultarse. Me indulté y empecé a oler para los costados, aquí y allá descubrí culos olorosos, cuerpos roñosos en gente bien, dedos asquerosos en manos limpias, pitos sucios en los célibes, en fin. Ése no era el problema, no, la cosa exudaba de otro lado, más alto, más siniestro. De alguna manera supe que el tufo les salía de la cabeza y, como quien no quiere la cosa, me apropié de un oreja. Era una oreja acostumbrada a escucharse a sí misma, una inverosímil oreja acostumbrada a hablar, mucho.
Ahí sí que había olor, buena mezcla entre olvido y pestilencia, combinación perfecta entre adoctrinamiento y ausencia de cerebro, o renuncia o, simplemente, docilidad. ¡Y claro!, me puse a gritar como loco, imagínense, saber que el mundo renuncia, o se ensucia o, simplemente, se deja estar. Grité:
-Oficial, agárrelos, son culpables de engranajecismo, estos boludos se entregaron, ¿me entiende?, no aportan, no... ¡NO! ¿Qué hacen? ¡A mí nooooo!

Ahora sí hay olor, en este cubículo.
Cárcel comercial de la que no piensan largarme. Me encerraron a mí -¡qué hijos de puta!- por gritón, vocinglero y alborotador de la vía pública. No me iban a permitir vomitar a causa de la barusa, no, porque la barusa no existe, es una alucinación mía.
Así nació la idea de vaporizar desodorante entre sus tímpanos -capaz que así aflojamos el hedor de su gilidad-. No sé si el perfume los ayudará a curarse, tal vez sí, tal vez sientan un aroma distinto y, después, critiquen el tufo a caca que exudan por las orejas, ¿quién sabe?
Lo importante es hacer algo, porque hay olor -y mucho- pero ahora descubrimos que para evitarlo tenemos que movernos, ventilar las cabecitas, ¿vio? Cómo hace la máma con las casas viejas o húmedas. Ventilar, eso, un aire nuevo que se lleva la barusa.

6 comentarios:

Celeste Sánchez Goldar dijo...

A veces es peor el perfume, porque no tapa ni hace desparaecer e mal olor, se mezclan y es un asco.
Sí, definitivamente es mejor ventilar, ventilar mucho.

Unknown dijo...

En la ventilación está el secreto del pedo inocuo -que nadie oye ni huele-.
Les agradezco que me dedicaran un tiempo leyéndome.
Grazie.
Cordialmente,
Yo.

P.D: Ah, chica celeste, como soy pana de espina sé a none laburás. Beso.

Unknown dijo...

no tinus, ponerle perfume es como meter el polvo abajo de la alfombra para que no se vea.

como en plena Ilustración, los que tenian guita se ponian perfume para apestar menos porque tenian miedo a bañarse.

hay que pensar más o nos volvemos Roquefort, don Errante! Negociemos!

pd: alto texto, para cuando su libro ?

Unknown dijo...

¿Le parece? No sé, ¿quién sabe?
Cordialmente,
Yo.

Unknown dijo...

publique don Tino, publique!

Unknown dijo...

yo lo difundo en europa, dejando ejemplares en las bibliotecas y en los cafes de los conspicuos lectores de paris, y por que no, en la shakespeare & co.

asi se va para arriba como pedo de buzo!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...